Capítulo 109 El eco de una canción
Una noche, incapaz de conciliar el sueño, me levanté de la cama, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de mí. La oscuridad del pasillo se extendía como un manto pesado, y cada paso que daba resonaba en el silencio como un eco de mis pensamientos atormentados. Me dirigí a la habitación de Garret, deteniéndome un momento en la puerta, observando detenidamente el lugar donde tantas risas habían llenado el aire. Después, con el corazón latiendo desbocado, avancé hacia la habitación de Willa. Al abrir la puerta, un torrente de emociones me envolvió. Acaricié con delicadeza las sábanas, sintiendo la suavidad de la tela entre mis dedos, mientras aspiraba el leve aroma que aún impregnaba la almohada, un rastro de su esencia que se resistía a desvanecerse. Era un olor familiar, un recordatorio de las noches en que la escuchaba murmurar en sueños.
El peso del silencio se volvía insoportable, como si las paredes mismas se cerraran a mi alrededor, ahogando mis recuerdos. Las imágenes de Willa, de su pequeño rostro apacible y sus ojos brillantes, parecían perseguirme incluso tras cerrar los ojos, proyectándose en mi mente como sombras inquietantes.
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