Capítulo 104 El pasillo del hospital
Después del arrebato inicial de negación y dolor que me había consumido, mi cuerpo finalmente cedió ante la abrumadora realidad. Exhausta por el sufrimiento, me dejé caer al suelo, sintiendo cómo mis fuerzas me abandonaban por completo. Mi madre y mi hermano, actuando con rapidez, me sostuvieron entre sus brazos, evitando que me desplomara por completo. Fue entonces cuando Raven, al verme de rodillas en mi penosa condición, entró corriendo a la sala donde me encontraba. Levanté la mirada, encontrándome con sus ojos enrojecidos. En ese momento, supe que el contemplar mi desmoronamiento le había lacerado el alma. Tomé la mano de Raven y la apreté con todas mis fuerzas, como si fuera lo único que podría mantenerme aferrada a la cordura. Necesitaba desesperadamente ese contacto, ese consuelo que solo él podía brindarme en los momentos más oscuros de mi vida.
Entre Nash y Raven me levantaron con cuidado y me recostaron en una de las sillas de la sala de espera. Raven, sin decir una sola palabra, se mantuvo a mi lado, ofreciendo su silenciosa presencia. Aunque no podía mostrar abiertamente su afecto y preocupación por mí, en esos instantes su simple compañía era un bálsamo para mi alma destrozada. Sabía que, más allá de las apariencias, él estaba lleno de una inmensa preocupación por mí.
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