Capítulo 7 La magia de su voz
Me sentía como si un cuchillo afilado hubiera atravesado mi corazón. La humillación y la vergüenza me envolvían como una manta pesada, sofocándome. Las palabras hirientes de Andrey resonaban en mi mente, repitiéndose una y otra vez como un eco doloroso. El recuerdo de la expresión de irá en el rostro de Vanessa, se transformó en una figura borrosa, y ahora parecía estar muy lejos de mí, como si estuviera observándome desde otra dimensión. La impotencia de no poder hacer nada para cambiar lo ocurrido me hacían sentir como si hubiera perdido el control sobre mi propia vida.
Tomé el teléfono con manos temblorosas y marqué el número de Vanessa. Necesitaba disculparme por lo que había pasado. Esperé ansiosa mientras sonaba el tono, pero después de varios tonos, escuché la voz automatizada que me indicaba que había llegado al buzón de mensajes.
"¡Hola! Lo siento mucho, pero no puedo contestar ahora. ¡Deja tu mensaje y te devolveré la llamada lo antes posible! ¡Un gran abrazo y que tengas un lindo día!"
Sentí un nudo en la garganta al pensar que no tendría la oportunidad de disculparme aquella noche. Respiré hondo y decidí dejarle un mensaje.
— Hola Vanessa, soy yo, Sunny. Quería llamarte para disculparme por lo que pasó. Sé que mi esposo no se comportó de la mejor manera y las palabras que te dijo fueron ofensivas e hirientes. Quiero que sepas que no comparto sus opiniones y que me avergüenzo de su comportamiento. Él esta ebrio y no sabía lo que decía, pero eso no justifica sus acciones. — Suspiré profundamente y continúe — Siento mucho lo que pasó y espero que puedas perdonarme. Me encantaría hablar contigo en persona y explicarte todo, pero si prefieres hablar por teléfono o mensaje, estaré aquí para ti. De nuevo, lamento mucho lo ocurrido y espero poder arreglar las cosas entre nosotras. Un abrazo fuerte nena.
Sabía que no era lo mismo que hablar con ella en persona, pero esperaba que pudiera entenderme a través del mensaje. Colgué el teléfono con un suspiro y esperé a ver si recibiría alguna respuesta. Pero jamás pasó.
Me sentía abrumada por la culpa, al no haberla defendido como se debía; no sabía cómo reparar el daño. La opresión en el pecho me causaba mucho dolor y mi mente se llenó de pensamientos negativos. Me sentía responsable por aquel tumulto de emociones que había visto en su rostro, y no sabía cómo explicarle que lo sentía de verdad. Me preocupaba que ella pensara que no me importaba su amistad o que pensara que era una mala persona.
Esa sombra me perseguía por toda la casa, recordándome el silencio de Vanessa ante las palabras de Andrey.
— Soy una estúpida — grité con furia — no merezco que me perdone.
Decidí tomar mi monedero y salir a caminar para despejar mi mente. Terminé llegando al bar karaoke que había visitado la noche anterior con ella, quizás con la esperanza de encontrarla allí; pero no lo estaba. Me senté en la barra y pedí una bebida, tratando de no pensar en las cosas que me preocupaban. Mientras tanto, la gente comenzó a cantar en el escenario y pronto me encontré cantando también. Nunca me consideré la mejor cantante, pero me sentía liberada al hacerlo. De repente, mientras estaba en el escenario cantando a todo pulmón, y mantenía mis ojos cerrados, sentí que alguien me miraba directamente, con mucha intensidad. Abrí los ojos, y allí estaba, sentado frente a mí el hombre misterioso de voz profunda y grave. Me sonrojé al instante y volví a cerrar los ojos, tratando de concentrarme en la canción. Sin embargo, no pude evitar sentir que él seguía mirándome.
¿Que tenía aquel hombre desconocido que me hacía sentir tan nerviosa, como si conociese mis más íntimos secretos? Me despabile, sacudí la cabeza de lado a lado como intentando sacar de mi cerebro aquellos pensamientos, pero al mirar a la pantalla en busca de la letra, note que la canción ya había terminado. Bajé del escenario y volví a dirigirme a la barra del bar.
Al cabo de unos minutos volvió a quedar vacío, así que subí nuevamente. Elegí el tema "Say You Love Me" de Fleetwood Mac; comencé a cantar mientras me perdida en mis propios pensamientos. Sentía una mezcla de tristeza, melancolía y vulnerabilidad. La letra de la canción habla de la necesidad de ser amado y de sentirse querido, y esto resonaba con mis sentimientos a medida que salía a través de mi boca. Sentía un dolor profundo al cantarla, pero también una sensación de liberación al poder expresar mis emociones a través de la música.
Cuando termine de cantar, él se levantó de su mesa y camino al escenario, me tendió la mano para ayudarme a bajar, y efectivamente sus manos eran como las había imaginado: amplias y ásperas.
— Gracias — Le dije con un sonrisa nerviosa. Él se limitó a mirarme y sonreír.
Su sonrisa de medio lado revelaba un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda; era cálida y acogedora, parecía transmitir un sentimiento de complicidad y cercanía.
Tomó el micrófono y comenzó a cantar "Don't Stop Believin'" de Journey. Su voz era como un rugido suave, un susurro poderoso que se extendía por el aire y envolvía al oyente en una atmósfera de pasión y melancolía. Era como un río profundo y oscuro que fluye con fuerza, arrastrando consigo todas las emociones y sentimientos de la canción. Cada nota que emitía era como una pincelada en un lienzo, creando una obra de arte sonora que perduraría en el tiempo.
A medida que la canción avanzaba comencé a sentir que la letra se refería directamente a nosotros. De pronto, todo parecía tener sentido. La letra hablaba sobre dos personas que se encontraban en un lugar desconocido y decidían tomar el tren de medianoche para escapar de sus problemas. A pesar de ser desconocidos, juntos comparten una noche inolvidable y se dan cuenta de que no están solos en su búsqueda de la felicidad. Esto parecía ser exactamente lo que estaba sucediendo entre él y yo. Cada mirada, cada sonrisa, cada gesto parecía ser una señal. La letra hablaba sobre luchar por alcanzar los sueños y encontrar la felicidad en un mundo lleno de incertidumbres. Aquello era justo lo que había estado buscando desesperadamente durante toda mi vida.
Un escalofrío volvió recorrer mi cuerpo. Mientras lo observaba cantar con pasión, sentí un cosquilleo en el estómago que nunca había experimentado antes. La forma en que me miraba fijamente mientras entonaba aquella melodia me hacía sentir especial, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Me deje llevar por la música y por la emoción del momento, olvidándome de todo lo demás, él parecía estar cantando solo para mí.
Cuando terminó la canción, aplaudí con entusiasmo junto con el resto de la multitud, pero mi mente seguía en otro lugar. No podía dejar de pensar en él y en cómo me hacía sentir su música.