Capítulo 2 Eres mía

Un dolor punzante en la cabeza fue lo primero que hizo reaccionar a Alyz, intento abrir los ojos pero sus parpados no reaccionaban, se sentía extraña y confusa. Recordaba la nieve cayendo a través de las ventanas de la cafetería, ella yendo a casa, corriendo por la nieve al escuchar a alguien siguiéndola y entonces recordó lo demás. A alguien atacándola, sofocándola con algo que olía horrible. Poco a poco obligo a sus ojos a abrirse, la luz entraba por una gran ventana a raudales, desvío la vista hacia una parte menos iluminada de la habitación mientras sus ojos se acostumbraban y entonces lo vio. Sentado a un lado, en una silla acolchada verde. ¿Cómo le había dicho que se llamaba? ¡Ah sí! Darius. Un lobo. Todas las alarmas saltaron en su interior, su jefa diciéndole que se alejara de ellos. Ella siendo atacada en la oscuridad, justo a unos pasos de su hogar. -Veo que por fin te despiertas, has dormido mucho- dijo casualmente, como si la conociera de toda la vida y pudiera bromear con ella. -¿Dónde...? ¿Dónde estoy?- pregunto Alyz con voz áspera, sentía la garganta seca -En la casa principal de la mejor manada de la zona por supuesto y tú nuevo hogar- respondió como si fuera lo más obvio del mundo. -no entiendo, yo... no soy un lobo- dijo Alyz intentando levantarse de donde estaba y por primera vez se dio cuenta de que estaba acostada sobre una enorme cama, aun con su abrigo puesto. En cuanto logro sentarse en la cama una nueva oleada de dolor traspaso su cabeza, rápidamente se llevó una mano a la frente haciendo una mueca. -tómalo con calma- dijo Darius acercándose a ella, ofreciéndole un vaso con agua - pronto desaparecerá el dolor de cabeza- Alyz miro con desconfianza el vaso. -vamos tómalo, solo es agua- le dijo -¿por qué confiaría en ti? tú me... me secuestraste- respondió Alyz asustada -no te secuestre, solo... te traslade sorpresivamente hasta mi manada- -¿estás loco? me secuestraste yo... me quiero ir a mi casa- exigió Alyz levantando la voz, arrepintiéndose al instante tras sentir de nuevo ese dolor punzante en su cabeza. -lo siento pero no puedes regresar a tu casa, ya te lo he dicho, este es tu nuevo hogar- replico lo más amable que pudo -pero yo no soy un lobo, yo soy una humana, no debo estar aquí- -sé que eres humana, pero no eres cualquier humana, eres mi luna, mi compañera, por lo tanto, tu lugar es a mi lado- explico Darius -¿tu luna? ¿Compañera? no... no entiendo nada, yo solo soy Alyz y vivo y tengo un trabajo en Tiumen no me puedo quedar aquí- decía ella al borde de las lagrimas - veo que aun estas algo alterada, así que te dejare para que descanses y vendré a hablar contigo después, en aquella mesa hay más agua, jugo de naranja y unas aspirinas- dijo Darius levantándose y dejando a Alyz con mil dudas en la cabeza y una horrible sensación de que las cosas no irían nada bien. En cuanto el chico abandono la habitación Alyz intento ponerse de pie, todo el cuerpo lo tenía entumecido, camino despacio hacia la puerta y giro el pomo, por suerte la puerta no estaba cerrada, la abrió un poco y lo más sigilosa que pudo intento salir pero de pronto un hombre se puso frente a ella impidiéndole el paso. -lo siento luna, pero no puede salir de la habitación, son órdenes del alfa- dijo aquel hombre Alyz solo asintió y sin decir nada volvió a meterse a la habitación, siendo algo pequeña y delgada suponía que no representaba una amenaza para aquel hombre, por lo que escapar por la puerta mientras Darius no estaba no era una opción, se dio la vuelta y miro a su alrededor. La habitación era bastante grande, a la izquierda se encontraba la gran cama blanca, frente a ella una enorme ventana se extendía por toda la pared, cubierta por una hermosa cortina roja que en ese momento se encontraba corrida, a su derecha había un enorme armario blanco y junto a él una puerta. Alyz se dirigió hacia ella esperando que fuera otra salida, pero en su lugar encontró un baño bastante grande, aprovecho para lavarse la cara y despejarse un poco. En cuanto se sintió mejor salió a la habitación y hecho un vistazo por la ventana, lo que vio la dejo más que sorprendida. Una enorme aldea, si es que podía llamarla así, se extendía ante su vista. Las calles era de piedra y las casas bastante modernas se agrupaban en pequeñas manzanas, a lo lejos pudo ver una plaza. Todo aquello rodeado por lo que parecía ser un gran bosque. Lo único que logro sacarla de su asombro fue el escuchar que la puerta se abría. Al voltear se encontró con Darius, detrás de él una chica entro rápidamente dejando una bandeja en una mesa redonda que había cerca de la entrada y salió tan rápido como había entrado, dejándola a solas con Darius. -¿te sientes mejor?- pregunto el chico amablemente -sí, creo que sí, la aspirina ayudo, gracias- respondió Alyz, ante todo le habían enseñado a ser educada. -bueno supongo que tendrás muchas preguntas, siéntate a comer y te explicare algunas cosas- dijo Darius señalando una silla junto a la mesa, Alyz cautelosa fue hasta la silla y tomo asiento, el chico se sentó frente a ella y quito el mantel de encima de la charola mostrando varios platos con diferentes comidas, entre ellas fruta, carne con verduras y demás. Alyz dudo un poco en si podía comer algo de lo que le ofrecía. -adelante, todo es para ti- la animo Darius viendo la vacilación de la chica. Y aunque ella no quisiera admitirlo, tenía mucha hambre. Por lo que acepto la oferta y comenzó a comer. -¿has conocido a algún otro lobo?- pregunto Darius, Alyz negó con la cabeza mientras masticaba. -¿qué sabes sobre nosotros entonces?- -en realidad casi nada- respondió ella -bueno en ese caso tendrás mucho que aprender, pero comenzare explicándote que para los lobos el encontrar una pareja es diferente a como sucede con los humanos. Nosotros ya tenemos una pareja destinada por así decirlo y cuando la encontramos podemos sentirlo, la persona entonces te pertenece, es tu alma gemela- Alyz trago con dificultad al entender sus palabras. -¿entonces yo...?- dijo dejando la pregunta inconclusa -así es, en cuanto te vi lo supe, tú eres mi pareja- -¡pero soy humana!- exclamo Alyz -lo sé y me sorprendió mucho, pero eso no importa, pude olerte y sé que eres mía y yo soy tuyo, es por eso que debemos de estar juntos de ahora en adelante, otra de las cosas que debes de saber es que soy el alfa de esta manada, su líder y es por eso que tú serás también su líder, una vez que te unas a mí, por eso no podrás abandonar la manada- -pero... ¿y si yo no quiero?- pregunto Alyz precavida -¿cómo puedes decir eso? estamos destinados, ya te lo dije, de ahora en adelante viviremos una vida juntos, criaremos a nuestros hijos y guiaremos a la manda- respondió el como si Alyz fuera tonta -lo entiendo, pero yo no soy un lobo, no puedo sentir lo mismo que tú y la verdad es que ni siquiera te conozco, lo único que se de ti es tu nombre y eso para los humanos es... bueno no es normal, comenzar una relación con alguien que no conoces- se defendió ella -bueno ya tendremos toda la vida para conocernos- respondió Darius haciendo oídos sordos -pero es que a mí me gusta mi vida como es, con mi empleo y en mi casa, ¿no puedo regresar y pensármelo?- Darius soltó una gran carcajada -claro que no, ahora que te encontré no te dejare ir- declaro con rotundidad - pero es que...- -¡no hay ningún pero! - dijo Darius alzando la voz - esta será tu vida de ahora en adelante, así que será mejor que te acostumbres - -¡pero es que yo no quiero esta vida! ¿Que no cuenta mi opinión o lo que yo quiera?- reclamo ella también alzando la voz -contara siempre y cuando tu opinión sea la misma que la mía- grito Darius realmente molesto -no importa cuánto discutas, no te dejare ir, así que será mejor que te acostumbres y te portes bien, mañana te presentare con la manada, así que utiliza este día para reflexionar sobre tu actitud- y dicho esto se dio media vuelta y salió de la habitación azotando la puerta. Los ojos de Alyz se humedecieron al instante y gruesas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. ¿Cómo es que había llegado a esto? secuestrada, obligada a ser la ¿pareja de un lobo? quizás eso fuera lo que más temía, ella jamás en su vida había tenido siquiera un novio y ahora de la nada, este hombre que apenas había visto una vez, le decía que tenía que ser su ¿esposa? ¿Qué había dicho antes? ¿Criar a sus hijos? ¿Liderar la manada? ¿Enserio pensaba que ella aceptaría todo eso? Quizás ella no fuera una chica muy fuerte o lista, pero definitivamente no dejaría que él decidiera sobre su vida, ella no quería eso y no lo aceptaría. El llanto no paro en un buen rato, se sentía tan sola y desamparada. Durante un par de horas se desahogó de todo y después tomo una decisión. Intentaría convencer a Darius de cualquier forma para que la dejara libre y si no era posible, entonces tendría que escapar en la primera oportunidad que se le presentara. Darius no regreso en todo el día. Por la noche el mismo guardia que había visto antes le llevo una charola con comida. Después de comer y sin nada con que entretenerse decidió dormir y ahorrar energías para el día siguiente, sabía que le esperaba una terrible batalla con aquel alfa.
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