Capítulo 1 Encuentro
Había estado nevando toda la tarde, lo que no era de extrañarse por aquellas fechas. Por fortuna pronto se acabarían las heladas y comenzaría la primavera, pensaba Alyz mientras limpiaba una de las mesas de la cafetería donde trabajaba.
Alyz trabajaba tiempo completo en aquella cafetería que, aun que era pequeña y estaba algo apartada de las grandes calles de la ciudad de Tiumen, era realmente acogedora y cálida. Todos los días agradecía a la hermana Katerina por conseguirle ese empleo.
Alyz se había criado en un pequeño orfanato en el cual la habían abandonado cuando apenas tenía pocos días de nacida, pequeño como era, estaba dirigido por dos amables monjas, una de ellas la hermana Katerina. Alyz nunca había esperado demasiado de la vida, si ni siquiera sus padres la habían querido ¿por qué la vida de ahí en adelante se la pintaría fácil? Fue por eso que cuando a los quince años Katerina le consiguió ese maravilloso empleo, pensó que quizás la vida le podría dar una oportunidad.
Y cinco años después seguía contenta, tenía un pequeño cuarto que rentaba cerca de ahí y de vez en cuando se podía dar el lujo de comprar algunos regalos para las amables monjas y los huérfanos que aún seguían en el orfanato, aunque debía de admitir que hacia bastante tiempo que no los iba a visitar.
-¡Alyz! ven aquí un segundo cariño- escucho que la llamaba su jefa, lo que la saco de sus cavilaciones.
-¿qué sucede?- pregunto amablemente en cuanto entro a la cocina, donde su jefa que también la hacía de cocinera y barista, se encontraba.
-solo quería felicitarte por el éxito que tuvieron tus brownies de chocolate, a todos les han encantado y se han vendido como pan caliente y pensándolo bien, si son pan caliente- dijo riendo su jefa
-Gracias, aunque si me han salido tan bien es porque usted me ha enseñado y ha sido paciente conmigo- respondió Alyz algo abochornada.
Durante su vida casi nadie le había reconocido algo, en el orfanato eran demasiados como para ponerle atención particular a uno, así que cuando alguien la felicitaba o le hacían algún cumplido a ella le costaba creerlo y aceptarlo.
-Pero aun así tú tienes el toque niña- respondió su jefa ante su timidez
Alyz iba a alegar algo más pero en ese momento se escuchó la campanilla de la puerta que indicaba que alguien acababa de entrar. Ella se disculpó con una sonrisa tímida y salió de la cocina para atender a los clientes.
Eran cuatro chicos jóvenes y guapos quienes acababan de entrar. El chico que iba al frente del grupo era alto de cabello rubio, de ojos color miel y por muy fuera de lo común que estuviera, solo llevaba una chaqueta café. Alyz se preguntó si no estaría loco al salir con este clima de esa manera. Los otros, aunque también muy guapos se parecían entre sí, todos de cabello castaño y ojos negros.
El chico rubio les hizo una señal a los otros y se sentaron en una de las mesas que se encontraban cerca de la salida. Alyz tomo cuatro menús de la barra junto a la cocina y se dirigió hacia los chicos para darles la bienvenida.
-¡Buenas tardes! Bienvenidos al café Dobroye utro, soy Alyz, su mesera, les dejare sus menús y regreso en un minuto para tomar su orden - dijo amablemente y con una sonrisa, mientras les repartía a todos la carta.
Al levantar la vista antes de retirarse se dio cuenta de que el chico rubio la miraba con los ojos como platos, totalmente sorprendido, sin siquiera notarlo su boca se abrió y dijo una sola palabra, tan bajo que Alyz no pudo escucharla.
-¡Luna!-
Alyz le sonrió tímidamente y se retiró hacia otra mesa donde acababan de llamarla.
-¿que acabas de decir alfa?- pregunto uno de los chicos quien si había escuchado lo que el joven decía con total claridad. Los otros dos levantaron la cabeza poniendo atención a su líder.
-la he encontrado, ¡es ella!, no puedo equivocarme, su olor... es como chocolate y almendras- decía aquel chico sin apartar sus ojos de ella.
-¿estás seguro?- pregunto su mejor amigo y beta.
-¡claro que sí! -replico él - no me equivocaría nunca con algo así, por fin la he encontrado, pero no digas nada aun, ahí viene de nuevo-
Y tenía razón Alyz se acercaba de nuevo para tomar sus órdenes. Con una sonrisa en el rostro y su pequeña libreta en las manos.
-¿están listos para ordenar?- pregunto amablemente.
Los chicos se le quedaron mirando con curiosidad, mientras su líder con una mirada intensa la observaba de arriba a abajo. Lo que puso algo inquieta a Alyz, no estaba acostumbrada a recibir demasiada atención. Se removió incomoda en su lugar hasta que el líder hablo.
-una taza de café y una rebanada del pastel de la casa para cada uno- dijo el chico sin despegar su mirada de ella.
-enseguida se los traigo- contesto ella mientras anotaba y se daba la vuelta para escapar de aquellas miradas que la intimidaban, pero antes de poder dar si quiera un paso el chico la tomo de la mano obligándola a voltearse.
-¿Cómo me dijiste que te llamabas?- pregunto el chico sin rodeos.
Alyz se sorprendió mucho ante la pregunta, no era común que los clientes volvieran a preguntar después de que ella se presentara, la mayoría no le prestaba demasiada atención, pero el interés que le demostraba este chico la ponía nerviosa por lo que intento zafarse de su agarre sin éxito.
-si me lo dices te dejare ir- dijo él sonriendo.
-Mi nombre es Alyz, así que ahora puede soltarme para que vaya por sus pedidos- pidió ella tímidamente, pero el chico no la soltó.
-ese es un bonito nombre, yo soy Darius, recuérdalo- dijo y por fin la soltó, Alyz solo sonrió antes de darse la vuelta y escapar a toda velocidad hacia la cocina.
No era la primera vez que algún chico le pedía su nombre o incluso su número de teléfono, pero la verdad era que Alyz siempre había sido una chica tímida y aun que era muy hermosa con su cabello largo color caoba que realzaban el azul intenso de sus ojos, nunca había creído realmente que lo era o que alguien pudiera incluso considerarla bonita, por esa razón casi siempre se sentía intimidada cuando un chico le mostraba algo de interés.
Preparo las órdenes y en cuanto estuvieron listas las llevo hasta la mesa de los chicos, donde para alivio de Alyz ya no la miraban de aquella manera tan intimidante, les dejo sus tazas y platos y se retiró a seguir atendiendo las demás mesa y nuevos clientes que entraban. Había algo raro en aquellos chicos que aún no había descifrado, pero no le dio más vueltas en su cabeza y siguió con su trabajo.
- Darius, si ella realmente es tu compañera, va a ser difícil, ¿ya la viste bien? no es como nosotros, ella es humana- dijo su beta haciendo énfasis en la palabra "humana"
-eso ya lo note, por eso aún no le he dicho nada, debo pensar bien que haré, pero estoy seguro que ella es mi Luna y ahora que la encontré no podre permanecer mucho tiempo lejos- contesto él
-bueno sabes que cualquier cosa que decidas estamos contigo- respondió otro de los chicos.
-lo sé, por algo son mi personal de confianza- respondió Darius arrogante -ya estoy pensando en un plan infalible, que sea humana no impedirá que este donde es su lugar, a mi lado-
Tras esa breve plática los chicos no dijeron nada más. Al terminar con sus cafés pidieron la cuenta, Alyz amablemente se acercó a dejárselas. Pero antes de que pudiera dejar la carpeta de la cuenta sobre la mesa, Darius la tomo de la mano.
-gracias por atendernos tan bien, ha sido un verdadero placer conocerte- dijo mientras metía un billete de alta denominación en la carpeta de la cuenta y se la daba a Alyz sin soltarla de la mano, en ese momento todos se levantaban de sus asientos -puedes quedarte con el cambió-
-gra... gracias- respondió ella sorprendida ante su actitud.
-no tienes nada que agradecerme, no aun- respondió por ultimo Darius. Él y sus compañeros se dieron media vuelta y salieron del lugar dejando a Alyz muy sorprendida.
Al regresar tras el mostrador de la cafetería y dejar el dinero en la caja registradora su jefa se acercó a ella tranquilamente.
-me alegro que se hayan ido esos chicos - dijo sorprendiendo un poco a Alyz quien no la había visto llegar - no tengo nada en contra de los lobos, pero a veces suelen ser busca pleitos, harías bien en alejarte de ellos- Alyz se le quedo mirando sorprendida.
-¿lobos? ¿Cómo lo sabe?- pregunto la chica.
-cuando uno es vieja se da cuenta de muchas cosas y créeme ellos no son los primeros lobos que veo y seguramente no serán los últimos- respondió antes de regresar a la cocina.
Así que eso era, por eso le había parecido que eran algo peculiares, siempre había escuchado a la gente hablar sobre ellos, en las noticias y en todas partes, pero nunca había visto a ninguno tan de cerca. Ellos no solían visitar las ciudades humanas, vivían en manadas o en ciudades propias de lobos. Aun así supuso que no era tan raro encontrarse con alguno de vez en cuando. Alyz olvido pronto lo sucedido y siguió trabajando como siempre.
Aquel día le había ido muy bien con las propinas, pensaba, mientras se ponía su abrigo, su bufanda y sus guantes, aún seguía nevando y aun que su pequeño piso se encontraba tan solo a un par de calles, no quería ir temblando de frió todo el camino, en cuanto termino de ponerse sus guantes se despidió de su jefa y salió al exterior.
Las farolas alumbraban las calles oscuras mientras la nieve caía lentamente formando montículos. A esa hora de la noche ya había poca gente por las calles, así que todo estaba muy silencioso y tranquilo. Alyz acomodo su bolsa y decidida se puso a caminar hacia su casa.
Unos minutos después de haber comenzado el camino escucho detrás de ella pasos que se acercaban y como una buena chica precavida, volteo para cerciorarse de cualquier cosa fuera de lugar, pero en cuando hubo mirado hacia atrás se dio cuenta de que no había nadie más que ella en esa calle. Durante un momento, pensó que había sido su imaginación jugándole sucio, así que reanudo la marcha, pero de nuevo, aquellos pasos se volvieron a escuchar, rápidamente se dio la vuelta, pero no había nadie, esta vez, estaba segura de lo que había escuchado, así que, alarmada, comenzó a caminar más rápido, pero aquellos pasos le seguían la marcha, pronto se encontró trotando hacia su casa, el sonido de alguien persiguiéndola seguía ahí. Al doblar en la última esquina hecho a correr ya a unas cuantas puertas de su hogar.
En cuanto estuvo frente a la puerta de su edificio comenzó a buscar desesperadamente las llaves en su bolsa, pero estaba tan nerviosa, escuchando como la persona que la seguía se acercaba que, cuando dio con ellas y las saco de la bolsa, estas se le resbalaron de las manos y cayeron al suelo hundiéndose en la nieve. Alyz rápidamente se inclinó a tomarlas y entonces se dio cuenta de que el sonido de aquellos pasos se había detenido, miro la calle por donde había venido, pero no había nadie, quizás solo estaba demasiado nerviosa y no era nada de qué preocuparse.
Sacudió sus llaves y las metió en la cerradura, pero en cuanto abrió la puerta para entrar, una gran mano con una tela encima le cubrió la boca y la nariz impidiéndole gritar, un brazo la rodeo por la cintura y en cuanto intento aspirar a través de la tela un aroma penetrante y ácido invadió sus fosas nasales, intento zafarse y pedir ayuda pero la tenían bien sujeta, de pronto todo se volvió negro, sintió como todo su cuerpo se relajaba y perdía el conocimiento.