Leandro no se molestó en ocultar su presencia en absoluto. En cambio, condujo directamente hacia los viejos muelles como si fuera el dueño del lugar.
El hecho de que pudieran encontrar la ubicación de los rehenes tan fácilmente sugería que el falso Dios de la Guerra había revelado deliberadamente esa información para que vinieran a rescatarlos.
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