El dúo corrió a la residencia Zeller. Los Zeller terminaron de limpiar el desorden del patio media hora después de la marcha de Gonzalo.
Los invitados tomaron asiento uno a uno mientras se reanudaba el banquete. El ambiente volvió a animarse. Jacob salió para llamar a su padre por teléfono. Quería ver si su padre podía ayudar a arreglar el asunto con la banda de Santiago. Sólo los Zeller fruncían el ceño, pues la alegre fiesta de cumpleaños se había arruinado.
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