Capítulo 33 Sueños que dan insomnio
La serenidad que Sam veía en el rostro de Vlad Sarkov era una trampa. Una mano dulce y cálida que se extendía para luego cogerla y lanzarla a un abismo. Tenía miedo, amaba la vida que llevaba antes de llegar con los Sarkovs, pero tantos secretos acabarían por enfermarla. La verdad la liberaría. Tomó su decisión.
—Amo, antes de que decida cualquier cosa sobre mí, tenga en cuenta que soy muy torpe y que las soluciones que encuentro para los problemas también suelen serlo.
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