Capítulo 119 Castigos que dejan marcas
—Amo, a las nueve treinta tiene usted programado un juego de golf. Le prepararé el desayuno rápido para que llegue a tiempo.
Vlad seguía en la cama luego del ataque nocturno que había sufrido por parte de su sirvienta delincuente, cuyo prontuario no dejaba de crecer. Y se volvía cada vez más oscuro.
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