Capítulo 35 TREINTA Y CINCO
—¡¿Qué demonios dices, mamá?! ¡¿De dónde sacas eso?! —Estaba montado en cólera y comenzó a llorar con rabia, esa rabia que le hacía pensar que solo era una treta más para hacerlo que cediera a su voluntad.
—La verdad, Damián. Solo digo la verdad. Helena y tú son hermanos de sangre, no pueden estar juntos como pareja, no pueden verse de otra forma que no sea como hermanos.
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