Capítulo 548 Se necesitan dos para bailar el tango
―Señora Zubizarreta ―saludó Karen cortésmente. Sin embargo, todo lo que obtuvo a cambio fue una fuerte bofetada que la tomó por sorpresa. No esperaba que Jacqueline dejara atrás todo decoro y se lanzara a la violencia. Era demasiado tarde para esquivar, y la bofetada aterrizó de lleno. El fuerte golpe resonó en el aire y sintió un ardor en la mejilla.
Juan y los guardias se quedaron estupefactos. No tenían ni idea de quién era Jacqueline, pero cualquiera que pudiera conducir un coche tan caro como el suyo debía ser un pez gordo. Se preguntaban qué clase de problema tendría con Karen.
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