Capítulo 544 La amenaza de Francisco
Francisco estaba muy ocupado en la empresa y no se dio cuenta de que era la hora de comer. Ninguno de sus empleados vino a decírselo porque temían que pensara que le estaban molestando. Ya era la una de la tarde cuando se dio cuenta de que se moría de hambre. Dejó de trabajar y se levantó a por agua. Justo entonces, alguien entró en su despacho sin llamar, lo que le hizo fruncir el ceño. «Deberían haber llamado, aunque fuera la hora de comer, qué grosero».
Pero cuando Amelia entró, su ceño fruncido desapareció. «Qué bien. No es que alguien que entra sin llamar pueda asustarme. Además, Amelia no me hará daño».
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