Capítulo 356 La recompensa de una esposa
—Sr. González, Sra. González. Encantada de conocerles. —Emilia los saludó con una sonrisa.
—Cariño, estos son los suegros de nuestro hijo. —Fabián estrechó la mano de Andrés y habló en el mismo tono en que éste se había dirigido antes a Mario—. Encantado de conocerle, señor Paredes.
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