Capítulo 317 La verdad siempre duele demasiado
Francisco alargó la mano para tocar el lugar donde Karina lo había abofeteado y dijo por lo bajo:
—Karina, nadie se había atrevido a pegarme desde que nací, y mucho menos a abofetearme. Tú eres la primera y la única lo bastante valiente como para hacerlo. Si fuera otra persona la que se atreviera a ponerme un dedo encima, fácilmente haría que le desmembraran las manos de las muñecas. Pero soportaré la humillación, teniendo en cuenta que eres tú quien me ha abofeteado.
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