Capítulo 49 Se acabó lo de tener un perfil bajo
Jaime huía como si la propia muerte lo persiguiera. Estuvo a punto de chocar con las lámparas de la calle en un par de ocasiones mientras atravesaba las calles a toda velocidad. No fue hasta que estuvo a kilómetros de la mansión que detuvo el coche al borde de la carretera, pensando que estaba a salvo. Se apoyó en el asiento, pero sus miembros seguían temblando de miedo. Su camisa estaba destrozada y su piel estaba llena de laceraciones. Un rato después, sacó su teléfono con manos temblorosas y llamó a Karen.
—¿Cómo te va, Jaime? ¿Dónde estás? —preguntó Karen. Sonaba encantada incluso a través del teléfono. Por supuesto que estaba emocionada. Podría apuñalar a Karina por la espalda otra vez.
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