Capítulo 2 En la guarida del lobo
-Entonces, ¿quién es la madre?
- ¿Qué? -responde Kathy por encima del hombro.
- ¿La del bebé que tienen los hermanos Hayes? -agrego-. Suena como si una amante despechada la hubiera dejado ahí por venganza.
Kathy se detiene y se vuelve a mirarme con desdén.
-Ella -enfatiza-. Resisto la tentación de rodar los ojos-. Tiene ascendencia desconocida. Nadie sabe de dónde vino ni por qué está aquí. Lo único que sabemos es que existe y ha sido adoptada por la casa más grande y poderosa del campus. Ni siquiera el círculo interno de los hermanos sabe algo más.
Resoplo.
- ¿No tienen novias propias para cuidarla?
-Sí -dice Kathy-. Pero eso parecía inapropiado, así que ampliaron la búsqueda a toda la escuela. -Se detiene e inclina la cabeza, levantando una ceja hacia su cabello rubio-. Aunque, con la experiencia de tu madre en el cuidado de niños, tal vez seas una buena opción.
-Isaac no pagó la matrícula para que yo cuide niños -respondo, seca.
-Como quieras -dice Kathy-. Aunque ha sido encantador mostrarte el lugar, tengo mi propia entrevista para cuidadora. Hasta luego.
Sin mirar atrás, se da la vuelta y camina de regreso hacia la ominosa pirámide y su grupo de mujeres histéricas. La observo, incrédula. ¡Esta escuela está llena de locos! No puedo imaginarme haciendo otra cosa aquí que estudiar, entrenar y seguir preparándome para convertirme en una mejor candidata a guerrera.
Hablando de eso, debería revisar las instalaciones de entrenamiento. Me dirijo hacia un edificio marcado como Centro de Combate.
Llego a las puertas y me detengo en seco: no puedo entrar. Hay un lector de tarjetas. Frunzo el ceño y me doy la vuelta para regresar al centro de estudiantes, pero choco con algo ancho y duro. Me quejo con un uf cuando mi cara se estrella contra él.
-Lo siento -murmuro, pasándome una mano por el rostro.
-No te preocupes -responde una voz profunda y grave, que enciende una chispa inesperada dentro de mí. Abro los ojos, sorprendida.
Frente a mí hay un hombre imponente. Es sorprendentemente guapo, con cabello castaño ondulado y ojos amarillentos. Me escanea de arriba abajo, y de inmediato me siento incómoda con la camiseta raída que me puse esa mañana.
-No te había visto antes -dice-. ¿Eres de primer año?
-Sí -consigo responder, con la voz atascada en la garganta. Hago un gesto hacia el edificio-. Quería ver las instalaciones de combate, pero mi guía no me dio mi identificación. ¿Crees que podrías dejarme entrar?
Sus ojos me recorren otra vez, deteniéndose en mis pechos y caderas. Su mirada se siente como un rayo. Cruzo los brazos sobre el pecho, incómoda. Él se ríe.
- ¿Tú quieres ir a las instalaciones de combate? -dice-. ¿No debería alguien como tú estar más interesada en coquetear con chicos y formar un hogar?
-No tengo interés en coquetear -replico, harta de las tonterías de este hombre y de esta maldita escuela-. Estoy aquí para convertirme en una guerrera.
El hombre me observa un momento. Parpadea un par de veces, con los ojos fijos en los míos, antes de arquear una ceja y hablar en un tono bajo y suave.
- ¿Quieres ser una guerrera?
-Como acabo de decir, sí -respondo.
Él mira por encima de mi hombro y luego regresa a mí. Otro barrido visual de mi cuerpo, esta vez deteniéndose en mis brazos y piernas. Finalmente, se adelanta, toca su muñeca contra el lector de tarjetas y la puerta se abre.
-Gracias -murmuro.
Entramos. Él extiende una mano hacia mí.
-Archer.
-Chloe -digo lentamente, ignorando su mano.
-Chloe -repite. Retira la mano y aclara la garganta-. Ese nombre me suena familiar.
Me quedo helada. Cierro los ojos y respiro con lentitud. Aquí vamos de nuevo.
-Sí -digo-. Mi hermano Wyatt estudia aquí. Soy la hijastra de Isaac Jones.
Archer levanta una ceja. El resto de su rostro se mantiene en una línea tensa.
- ¿Oh, así que acabo de dejar entrar al transferido más infame a mi gimnasio?
Mierda.
Muerdo mi labio. Levanto la vista hacia Archer y no veo malicia, solo curiosidad.
-Estoy seguro de que has oído hablar del nuevo paquetito de alegría en el campus -dice-. Tal vez deberías postularte para el papel de madre. Quizá las habilidades de niñera de tu puta madre sean hereditarias. Sería un uso mucho mejor de tu tiempo que venir aquí a entrenar para ser una guerrera que nunca serás.
La rabia me recorre el cuerpo.
¡Cómo se atreve!
- ¡Que te jodan! -escupo, señalando su pecho con el dedo-. ¿Quién te crees que eres?
Él levanta las manos y suelta una risa baja.
-Oh, ¿y qué vas a hacer, chica guerrera? ¿Empujarme hasta matarme?
Presiono mi palma contra su pecho. Apenas se inmuta; es una masa musculosa y desagradable. Pero parece sorprendido de que lo haya tocado.
- ¡Todos en esta maldita escuela están obsesionados con ese maldito bebé! -lo empujo de nuevo-. ¡Que mi madre fuera niñera no significa que yo lo sea! ¡Ni que tenga que encargarme de esa mocosa!
Lo empujo una vez más. Esta vez da un paso atrás, más sorprendido que molesto.
Al final de mi diatriba estamos cara a cara. Estoy jadeando, mi pecho subiendo y bajando contra el suyo. El contacto hace que mis pezones se endurezcan, y el modo en que Archer me mira, como un depredador, me atraviesa el estómago como un rayo. Levanta el mentón antes de envolver mis bíceps con sus manos.
En un segundo, me da la vuelta y me empuja contra la pared. Su pierna se interpone entre las mías y usa sus caderas para inmovilizarme. Intento zafarme, pero su agarre apenas me da margen de movimiento.
- ¡Déjame! -me retuerzo de nuevo-. ¡Suéltame!
-No -ruge-. Escúchame, niña.
Me aleja de la pared y me empuja de nuevo contra ella. Mi cabeza golpea y la visión se vuelve borrosa. Archer me sacude y, mientras intento enfocar, los dos se convierten en uno de nuevo. Está enfurecido. Sus fosas nasales se expanden y la miel que vi en sus ojos se transforma en fuego.
-Eres nueva, lo entiendo -gruñe-. Pero no tienes ni idea con quién estás tratando. Has elegido al imbécil equivocado para meterte. Yo consigo lo que quiero en esta escuela, hago lo que quiero. Gente como tú no lo hace, así que empieza a aprenderlo.
Consigo liberar un brazo y empujo su pecho masivo. Apenas se mueve, sigue mirándome fijamente antes de agarrar mi muñeca con su mano enorme. Gimo al sentir el retorcimiento de su agarre y el ardor de la piel sobre piel.
-Esta escuela no es para pequeñas zorras como tú, que vienen buscando el dinero de alguien para gastar -sisea-. No sé cómo tu madre sedujo a Isaac, pero no voy a permitir que te acerques a nadie aquí. Te dejo ir con una advertencia, pero si vuelvo a verte en mi gimnasio, te destrozaré.
Suelta mi muñeca y se aleja. Mi cuerpo tambalea, casi me caigo al suelo. Cada célula de mi cuerpo duele. Archer me observa fijamente.
- ¿Entendido? -gruñe.
Asiento una vez, tratando de no gemir. Mi brazo está entumecido y me froto la muñeca roja. Veo a Archer alejarse hacia el gimnasio, con los puños apretados a los lados y la espalda arqueada en desprecio. Miro mi mano dolorida y flexiono los dedos. Están rígidos, pero no parece estar rota. Cuando levanto la vista, Archer ya se ha ido. Me quedo en la entrada de las instalaciones de combate, con la muñeca palpitante y el ego magullado. Dejo que mi cabeza repose contra la pared y cierro los ojos.
Tal vez esta no fue la mejor idea. Claro, la vida en Greendale no era genial, pero al menos los imbéciles ricos no pasaban sus días haciendo mi vida miserable.