Capítulo 232 ¡Saliendo a rastras!
Adán esbozaba una leve sonrisa en su rostro, pero la presión en sus manos aumentaba gradualmente. No obstante, el hombre de rostro pálido que tenía delante parecía permanecer imperturbable. Este hecho sorprendió a Adán.
Isidro, por su parte, sintió una risa interna, asombrado de que alguien intentase medirse en fuerza con él. En este contexto, los únicos capaces de superarle en términos de fuerza serían probablemente los elefantes adultos.
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