Capítulo 6 Corriendo con la chica en brazos
—Llamaron del hospital, mi papá… Buaaa… —La chica lloró muy triste, luchando por salir:
—No, tengo que ir al hospital.
Isidro la siguió:
—Déjame ir contigo.
La chica había perdido el valor en ese momento, sólo quería llegar al hospital lo antes posible. Isidro cerró la puerta de la tienda. Luego pararon un taxi en la carretera. Subieron, y Isidro gritó al conductor:
—Al hospital, ¡dese prisa!
—¡Entendido! —El conductor pisó el acelerador y el auto se alejó a toda velocidad.
La chica gritó, inclinándose de repente hacia delante, a punto de chocar con la parte delantera. Isidro extendió la mano y la detuvo. Pero este movimiento causó problemas. Isidro rápido retiró su mano:
—Lo siento, no era mi intención.
La chica sacudió la cabeza, normalmente era muy tímida, pero ahora su corazón estaba centrado únicamente en su padre. El conductor maldijo de repente:
—Maldita sea, hay un atasco más adelante, parece que ha habido un accidente.
—¿Qué hacemos ahora? —La niña casi lloraba de ansiedad.
Isidro miró afuera, la fila se extendía a lo lejos. En esa situación, llevaría horas despejar el tráfico. Isidro le dio 10 billetes al conductor:
—Nos bajaremos aquí. —Con eso, sacó a la chica del auto.
—Hermano, ¿qué hacemos ahora? Mi padre no puede esperar más. —La niña estaba tan ansiosa que no paraba de llorar, lo cual era desgarrador de ver.
De repente, Isidro la cargo horizontalmente y dijo:
—¿Dónde está el hospital? Te llevaré allí.
La chica se sorprendió:
—Pero… el hospital está muy lejos. Por favor, bájame, hermano mayor.
—No pasa nada, aún tengo fuerzas. Salvar a tu padre es la prioridad ahora.
La niña estaba muy conmovida. Señaló en una dirección, y entonces escuchó el sonido del viento silbando en sus oídos. Isidro ejerció fuerza con sus pies y de repente alcanzó una velocidad comparable a la de un búfalo salvaje. Zigzagueó entre los coches.
Los conductores sólo veían pasar una sombra, y la corriente de aire levantada por él les ponía los pelos de punta.
—¿Qué ha sido eso?
—¿Superman?
—¡Dios mío, rápido, saca tu teléfono y grábalo!
…
La velocidad de Isidro era tan rápida que la chica tuvo que apretar la cabeza contra su pecho para sentirse un poco mejor. Escuchando el latido constante y poderoso del corazón de Isidro, la chica se sintió tranquila. Isidro navegó por las calles y callejones, un viaje que normalmente le llevaría media hora, pero que sólo le llevó 10 minutos.
Después de dejar a la niña, corrió rápido hacia la sala. En la sala, un hombre de mediana edad yacía débil en la cama. Su piel estaba apagada, sus mejillas hundidas y su cuerpo desprendía un olor nauseabundo. Era un estado cercano a la muerte. Varios médicos, de pie junto a la cama, meneaban un poco la cabeza.
—Insuficiencia renal, sin posibilidades de sobrevivir.
—Es una lástima. Si hubiéramos podido hacer un trasplante de riñón hace un mes, podríamos haberle salvado.
Entre esos médicos, uno destacaba. Era una hermosa mujer que aparentaba unos 30 años. Su rostro era delicado, ligeramente maquillado. Nariz de puente alto, labios de cereza. Aunque llevaba una bata holgada, aún podía verse vagamente su orgullosa figura interior.
Las miradas de varios médicos masculinos se dirigían de vez en cuando hacia ella, con una luz que sólo los hombres podían entender.
—¡Papá! —La niña entró corriendo y, al ver al hombre en el lecho de enfermo, rompió a llorar—. Doctor, ¿cómo está mi padre ahora?
La bella doctora suspiró:
—Prepárese para su funeral.
Los ojos de la chica se oscurecieron, casi desmayándose. Sacudió la cabeza enérgicamente:
—No, mi padre es aún es tan joven, cómo va a morir, por favor, sálvelo.
La bella doctora suspiró:
—Nosotros también queremos salvarlo, pero no hay un riñón adecuado, y el precio es de al menos 500 mil… —Sabía que la situación familiar de la niña no era muy buena.
Incluso si había una fuente de riñón, quizás era impotente. La cara de la chica se puso pálida, con la sensación de que el cielo se le caía encima. Perdió a su madre a una edad temprana y creció dependiendo de su padre. El mundo entero parecía oscurecerse ante sus ojos. Isidro también entró en la sala.
Mirando al hombre en la cama, se adelantó para tomarle el pulso. Entonces, dijo algo que sorprendió a todos en la sala.
—No te preocupes, puedo salvar a tu padre.
La chica abrió los ojos:
—Hermano, ¿hablas en serio?
Antes de que Isidro pudiera responder, un médico se enfadó:
—¿Quién eres? ¡Deja de decir tonterías!
Otro médico añadió:
—Está en insuficiencia renal terminal, y son ambos riñones, es imposible salvarlo.
—¡Quieres engañar a la joven con este método, es despreciable!
La hermosa doctora frunció el ceño mirando a Isidro, su primera impresión de él era muy negativa. Frente a la acusación, Isidro respondió con calma:
—Sus riñones están en efecto fallando completamente, pero eso no significa que no haya nada que se pueda hacer.
La hermosa doctora se sintió aún más asqueada con Isidro:
—Entonces dígame, ¿cómo planea salvarlo? —Incluso ella, una doctora veterana que había estudiado en el extranjero había emitido un aviso de estado crítico.
Se negaba a creer que un adolescente pudiera salvarlo. ¿Significaba eso que todas las habilidades médicas que había aprendido a lo largo de los años eran inútiles? La mirada de Isidro se posó en la joven, principalmente para hacerle creer que él podía salvar:
—Los cinco órganos del cuerpo humano corresponden a los cinco elementos, el hígado pertenece a la madera, el corazón al fuego, el bazo a la tierra, los pulmones al metal y los riñones al agua. Y en los cinco elementos, el metal genera el agua. Por lo tanto, siempre que utilicemos la acupuntura para estimular el poder de los pulmones y nutrir los riñones. Al final, activar la generación de los cinco elementos, formando un circuito cerrado, entonces podremos curarle.
La explicación de Isidro sonaba simple, pero había muy pocos médicos en todo el país Ceiba que pudieran estimular el poder de los cinco órganos con acupuntura. Los ojos de la joven se iluminaron ante sus palabras:
—¿En serio? Entonces ayúdame a salvar a mi padre rápido, hermano.
La bella doctora se mofó:
—Tonterías, hablar de que los pulmones pertenecen al metal y los riñones al agua no tiene ninguna base científica. Niña, no debes dejarte engañar por él, está claro que no es una buena persona.
Los otros médicos, que veían a la joven como una flor ingenua, tampoco querían que se dejara engañar y hablaron uno tras otro.
—Sí, ¿cómo es posible que un chico tan joven tenga la capacidad de curarlo?
—Debes confiar en los doctores, tenemos autoridad en este campo.
—Sí, hermanita, debes abrir los ojos.
La niña se sintió de inmediato confundida de nuevo. Se dio cuenta de que lo que decía el doctor parecía ser cierto. Isidro parecía demasiado joven, como un estudiante de secundaria. Y en el campo de la medicina, el consenso general es que cuanto mayor eres, mejores son tus habilidades médicas. Isidro miró a la chica:
—De todos modos, el doctor dijo que tu padre no tiene salvación. Ya que es así, ¿por qué no me dejas intentarlo?
La chica lo pensó y dijo:
—Bueno… hermano, puedes intentarlo.
No tenía otra opción. Este hospital era el mejor de toda la ciudad. Si todos decían que era imposible, ella también estaba desesperada. Isidro asintió y sacó la aguja de plata que llevaba consigo. La hermosa doctora se adelantó de golpe, gritándole a Isidro:
—¡Detente!