Capítulo 98 Tú tienes todos los síntomas
Los tenues rayos del sol que se filtraban por las rendijas del ventanal alumbraron dos cuerpos enredados sobre la cama. El cuerpo de dos amantes que se amaron hasta el amanecer y que podían volver a amarse una vez más.
Marco sonrió al sentir el calor que emanaba del cuerpo de Lía, abrió los ojos lentamente y observó el rostro tranquilo y sereno de su esposa. Él podía pasar toda una vida admirando a Lía y no se cansaría de hacerlo. Amaba su valentía, su capacidad de amar y de entregarse por completo.
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