Capítulo 25 No supe amarla
Isabelle dejó a Alessandro en su cuna, haló la silla y se sentó a su lado. No supo cuánto tiempo pasó viendo a su hijo dormir, tenía una fuerte opresión en el pecho y las lágrimas fueron inevitables, recordando la confesión de su abuelo sobre el origen de su padre. Ella jamás se lo hubiese imaginado. Su abuela Verónica jamás hizo diferencias entre sus hijos, realmente amaba a su padre como si fuese su primogénito. ¿Cómo no amarla? A pesar de no llevar su sangre, su abuela la amaba y la veía como su pequeño tesoro.
—Espero no estar equivocándome con tu padre, mi pequeño, pero no quiero negarte tu derecho a conocerlo y convivir con él —susurró, desviando la mirada del niño a los documentos del divorcio sobre el tocador. Leandro los había firmado, todo lo que tenía que hacer ahora era enviarlos de regreso al abogado para que iniciara los trámites ante un juez competente y esperar la resolución. Por un momento tuvo miedo de que las cosas no fueran fáciles y que él se negara a firmar, pero no fue así. En el fondo sintió un profundo alivio, volvería a ser libre otra vez. Los dos lo serían.
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