Xana miraba por encima de su hombro con cada paso que daba White debajo de ella. Habían salido a mitad de la noche para llegar al amanecer y todavía el llanto de sus hijos resonaba en su cabeza.
-¿Estás seguro que ellos se van a quedar bien?- preguntó ella apretando sus manos sobre el espeso pelaje del lobo.
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