El gemido de ambos resonó en la habitación. La cadera y el interior de Xana ardieron y perdió la fuerza cayendo sobre el cuerpo de White temblando. Había… dolido. Ahora recordaba porqué White se tomaba el tiempo para prepararla, dilatarle y meterse con cuidado.
-Eres malditamente grande- gruñó contra él con los ojos cerrados y llenándose de lágrimas- ¿por qué no te lo cortas un poco?
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