Si había algo que no caracterizaba a White era tener la paciencia de soportar a los demás… sobre todo cuando inundaban las respuestas de excusas. Y tanto él… como sus acompañantes se estaban impacientando. Una delgada línea los dividía de no saltarle a las personas delante de ellos y destrozarles el cuello.
-Así que- White inclinó la cabeza y su cabello acarició su mejilla. Sus orbes completamente dorados fulminaron al hombre mayor y los tres jóvenes detrás de él- Me dicen que el jefe del pueblo está de recorrido a varios kilómetros de aquí justo en el momento en que tenía que venir a exigir mi tributo, el cual ha desaparecido de mis terrenos- fue hablando hasta que terminó en un gruñido.
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