Xana preparaba el arco y las flechas cuando la luz del sol fue cubierta por un gran cuerpo. Alzó la cabeza y le gruñó con los dientes apretados.
-Oye niña salvaje no me saques los colmillos- el hombre grande y fornido, de piel morena y cabeza rapada le sacudió el cabello a ella- ¿Piensas venir con nosotros de nuevo?
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