Capítulo 36 Él también está aquí
La puesta de sol de hoy era magnífica. Tras bajarse del autobús, Ámbar tuvo que caminar unos cien metros hasta Dulces Delicias.
El tiempo de agosto hizo que el tiempo pasara con suavidad y tranquilidad. La brisa del atardecer barría los dobladillos de su vestido y se enroscaba tiernamente en su cabello. Los rayos del atardecer en el horizonte se reflejaban en los rostros de los transeúntes.
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