—¿Qué quieres que te diga? —El hombre la miró con frialdad e indiferencia. Dijo con sarcasmo—: ¿Acuerdo prenupcial? ¿Acuerdo postnupcial?
Ámbar se quedó boquiabierta. Apretó los labios para disimular su nerviosismo y se vio obligada a mirarlo.
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