-Oh, ¡Dios mío!- Emily no podía ocultar su emoción cuando entraron al ático de Levi el miércoles por la noche.
-¡El Sr. Tijeras no se anda con rodeos!- exclamó mientras dejaba su bolso en el sofá y subía corriendo por la escalera de cristal a la sala de entretenimiento en el primer piso.
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