-¡Si no son los Anderson! ¡Vaya sorpresa verlos!- La voz atronadora del profesor McBride y su risa sincera resonaron en la habitación.
Aunque Liam no quería, se vio obligado a levantar la vista de su teléfono; la risa del hombre era contagiosa y parecía genuinamente contento de ver a sus padres.
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