Capítulo 8 Su nombre
Layne
¡Es ridículo! ¿Cómo se atreve? ¡Es una blasfemia! ¡Una bajeza inclusive para él!
Es lo único que se escuchaba en el templo, una y otra vez en todas partes, de parte de los señores y señoras que se habían enterado de la noticia. Honestamente jamás imaginé.
Mi princesa había sido desacreditada incluso antes de ser aceptada, antes de siquiera aceptaran que ella existía. Con este comunicado el emperador se deshacía de ella, no solo negaba sus rumores de su existencia, de la posibilidad de que ella fuera una contrincante por el trono.
Al decretar su muerte había enterrado también su imagen, y a la vez había fortalecido la suya, cómo el pobre hermano que había perdido a su pequeña hermana, si es posible, hasta podría generar simpatías, sin mencionar que entonces estaba sin discutir, el hecho de que él era el último Caelum sobre la faz de la tierra.
La princesa tenía que casarse, odiaba la idea, no podía empezar a explicar cuánto. Es una hipocresía, ¿no lo creen? Yo fui el primero en decir que Azaleia tenía que casarse y que tenía que hacerlo bien, menciona inclusive las condiciones, tenía que ser un señor, un Duque, un Barón, un Conde, no podía ser cualquiera de baja cuna.
Pero antes todo tenía que ser un hombre de nuestros aliados de la luna y qué respondiera al llamado de mi princesa. Y con todo y eso, estaba convencido de que mi corazón no le iba a soportar. Estaba totalmente condenado. Tenía que verla casada con otro, juramentándose en un templo frente a la luna… teniendo una familia con otro, tomada de la mano, vestida con los colores de su casa... Iba a ser aterrador.
Por ahora el problema era otro, y la solución era muy clara, como ya dije, no era la que más queríamos, pero tampoco teníamos más opciones. Estábamos atados de manos, Markus lo sabía todo de manos de la forma más cruel que pude imaginar.
—Tenemos que volver al imperio, a Aveyron… y presentarla a los aliados. Creo que es la única forma— dije en voz alta mirando a todos los señores y sacerdotisas. Sabía exactamente lo que le estaba diciendo y por las expresiones de sus caras veía la duda y el miedo.
Mi princesa no había salido del templo desde hace años, llego como una bebé envuelta entre paños, con pocos meses de nacida directamente aquí desde que su madre la dio a luz en un recóndito lugar del imperio y nunca más volvió. Había una razón para ello, este valle era su seguridad, la única. Aveyron era sinónimo de peligro para ella, uno al que no debíamos exponerla.
—Ir al imperio — dice el caballero Fidela — Lo entiendo nadie… va a creer que la princesa realmente está viva si no es vista, presencialmente, en carne y hueso en frente de sus ojos. Si dejamos que todos piensen que ella está muerta, no solamente no la van a apoyar, sino que inmediatamente van a decidir apoyar al imperador, ya que no hay otra opción — Dice meditando con voz suave.
—Y lo peor es que todos habrá perdido la esperanza.... —Dice Sindri y todos volteamos a verla.
—La gente en el imperio debe estar consciente de que el mundo es peor con Markus… pero si no ven otra opción van a sentirse perdidos. Van a bajar los brazos. Es verdad que Naiara es para muchos un mito, qué fue abandonada por su pueblo, pero estoy segura de que la esperanza existe ahí en que ella vuelva un día. Si seguimos haciendo creer que ya está muerta estaremos perdidos. No solo no habrá nadie que se una a nosotros … sino que todos se habrán resignado a vivir en un imperio infernal. Necesitamos que la gente crea, si la gente cree, si la gente ve que hay una esperanza para salir de esto nos va a apoyar. La princesa es la única que puede unirlos— indica la señora.
Tiene razón y todos nos quedamos en silencio, yo luchó por qué el Imperio tengo esperanzas porque Aveyron tenga un mejor porvenir.
—Hay otro punto que tenemos que considerar… —indico— Y es que Markus estará esperando que ella vaya al imperio, puede ser una forma de que obligue a la princesa a salir de su escondite. — explico y ellos saben lo que les he contado anteriormente. El señor Fidela agrega.
—Markus sabe algo, no tenemos con exactitud, pero todo lo que ha hecho tiene que ser porque sabe que la profecía ya está en marcha, con la suerte que no se enteró de que los Duques de Bousquet estaban estrechamente relacionados. Haggard se ha revelado, siempre ha sido la casa que menos ha estado a favor de Markus. Ganamos esa batalla, pero sabemos que también lo hemos provocado. Este es solo un golpe más de Markus y ahora está esperando que nosotros hagamos el nuestro. Es nuestro turno— clama.
—¿ Y qué otra opción tenemos? ¿Además de poner en riesgo a la princesa, yendo al imperio?—Menciona Mer. Todos nos quedamos callados no pareciera que tenemos otra opción, más que seguirle el juego este canalla
Yo observo a la princesa y ella sigue absorta. Los ojos en la mesa y sus manos acariciando el lobo, como si tuviera la mente en otra parte, cómo si estuviese sumida en sus pensamientos, o no pudiera dar crédito de lo que sucede.
Me voy caminando con ella mientras pasea por el jardín, el lobo no se despega de sus pies y ella tiene la mirada perdida de nuevo. Yo simplemente me quedo a su lado atento a lo que ella necesite si quiere conversar, si quieres llorar, gritarlo lo que sea.
Pero mi princesa no hace nada de eso, no llora, no grita, no explota de dolor, la rabia, ni siquiera tiene miedo... como siempre me sorprende, simplemente se queda viendo el cielo.
—Ni siquiera menciona mi nombre— es lo único que ella me dice.
—¿Princesa? — Repito intentando entender lo que dijo. Ella voltea a verme, sus ojos están tristes, perdidos.
—Ni siquiera me menciona por mi nombre, no solamente dijo que yo era una deforme enferma, una niña dañada. No solamente no me trató como una adulta, sino que además ni siquiera menciona mi nombre. Dijo mi media hermana, nunca menciona Naiara. Y trato a mi madre de traidora, como si yo fuera el fruto de esa traición. Fue un nuevo abandono, mi caballero— Dice triste y ella tiene toda la razón, no lo había pensado así.
Mi princesa es perspicaz y ve todo desde un cristal diferente, ella no tiene práctica y experiencia y no conoce mucho del mundo más que a través de los libros, y, sin embargo, su mente es fina, ágil y exacta.
—Naiara… ¿qué piensas de todo esto? Sé que hay mil planes, sé que todos han cambiado ahora y esto va a ser así, quizás necesitemos tomar decisiones apresuradas en varias ocasiones. Pero quiero saber qué piensas de esto, que sientes, qué deseas hacer— le digo.
— Sé que tú confías en nosotros y somos tus asesores, pero tú vas a ser la Emperatriz Naiara, algún día, más pronto que tarde… tú vas a tener que empezar a tomar decisiones difíciles y algo me dice que estás preparada para ello. Está muy dentro de ti... tú naciste para esto— le digo inclinando un poco hacia ella para verla mejor, ella está cabizbaja de nuevo. Y de repente levanta el rostro con esos ojos azules expectantes, qué a veces hace que yo trastabillar como un tonto.
—¿Qué sucede si tomo la decisión incorrecta? — dice con duda, me mira fijamente y yo me tengo que recordar que tengo que responderle y no sucumbir esa mirada fascinante.
—De lo único que estamos seguros es que vas a cometer muchos errores princesa, lo siento. No vas a estar sola Naiara— le digo y sin poder evitarlo colocó una mano suavemente en su mejilla. Por las estrellas y Hadar... estaba deseando hacer esto. Su piel es un encanto y puedo ver de reojo que ese brillo, ese resplandor se acrecienta y es fascinante.
—Entonces… vamos al imperio, mi señor… vamos a Aveyron— dice ella. Y yo sonrío. Ella no mueve mi mano de su cara, y quiero pensar, por su respiración acelerada, que está igualmente afectada que yo.
Mi princesa vuelve a su tierra, nos esperan peligros, pero también… estoy seguro de que momentos de felicidad. Sea lo que sea, yo no me voy a separar de ella.
En poco tiempo íbamos atravesando el valle y saliendo de su refugio. Con unos días de anticipación habían salido varios soldados a caballo mientras nosotros hacíamos el camino más corto, nos desviábamos por unas montañas, hasta tomar un pasaje oculto en unos riscos, que daban justamente a una cueva donde estaban unos pequeños botes cerca del río.
Totalmente atentos, aquí la aventura y el peligro comenzaban por igual. Ella estaba emocionada, pero nunca había estado tan expuesta. Mi juramento era ahora más verdadero que nunca, fueran cuales fueran los peligros, yo daría mi vida por ella.