Capítulo 6 Compañeros
Layne
Creo que por un simple instante simplemente me preguntaba si realmente estábamos frente a frente. El tiempo indudablemente nos había cambiado, nos había hecho otros, y si bien nos unía el objetivo del imperio, de lo que queríamos para Aveyron, de lo que necesitábamos hacer, también es cierto que conocía otras cosas de ella, algunas que pensaba que quizás solamente había compartido conmigo o que yo me daba cuenta
Sabía que a Naiara no le gustaba que la interrumpieran cuando hablara, que no preguntaran su opinión, o que la trataran como una simple niña. También añoraba el contacto con los animales, con la naturaleza, con las plantas, con el paisaje.
Además, sabía que aunque estaba insegura de su posición para ocupar el trono, y aunque era una chica dulce, ella tenía un carácter fuerte que no solía mostrar a todos. Igualmente, solía desconcentrarse y su mente vagaba de temas más simples, algunos más complejos, generalmente abstractos y relacionados con las creencias, con el futuro y con el destino.
Quizás no lo quería admitir, pero además de asombrosa y electrizante… mi princesa era hermosa… profundamente hermosa. Resaltaría en la multitud, pero además de todas sus características fuera de lo común que le daba una apariencia de hada… ella tenía una belleza fresca como una flor silvestre.
Tenía una figura pequeña, pero nada frágil, sus manos eran finas, sus rasgos delicados, era sumamente expresiva y creo que le debe costar guardar sus sentimientos y no ser un libro abierto. Su figura era preciosa y yo simplemente me dije que tenía que cerrar los ojos y suspirar para dejar de verla de esa manera.
—Lamento haberme tardado tanto… mis más sentidas disculpas… yo siempre he debido estar aquí contigo… princesa— es lo único que puedo decir, ella me da una mirada brillante mientras con sus ojos recorre suavemente mi cara, mis manos y mi traje, cómo si ahora pudiera percibirse bien y siento que me está viendo por primera vez.
—Pero mi caballero…— dice ella ahora y me exhibe una sonrisa más amplia — Todo lo que ha hecho, lo que ha traído aquí a este momento. Tenemos tantos avances, la profecía, tanto conocimiento que antes era oculto… y es gracias a ti. Te he llamado y has venido… y contigo has traído lo que tú llamas mi hora. Has cumplido tu palabra como ningún otro y no tengo nada que recriminan. No podría pedirte nada más… Layne— en mis oídos quedan resonando el sonido que sale de sus labios cuando pronunció mi nombre.
—Espero que haya tenido un buen viaje y que ahora se quede en el consejo como siempre debió ser… espero su opinión y su ayuda en los eventos que se vienen, ¿Te quedarás con nosotros? — me pregunta dulcemente inclinando su cabeza a un lado, su pose es hermosa como si fuera perfecta. Siento que en el fondo me pregunta si me quedaré no con ellos… sino con ella, específicamente con ella.
—Por supuesto que sí, princesa, lo que tú desees — contesto y ella parpadea suavemente, sus ojos son tan azules qué me da la impresión de que no puede esconder ni siquiera un secreto—Yo soy meramente su servidor— le digo sin aún soltar su mano.
Y cuando me volví a quedar en silencio y ya empezaba balbucear, sabrá la diosa qué tontería, fui mágicamente salvado. Escuché un pequeño alboroto al final del corredor y cuando me volteé descubrí que era. Solté su mano por un pequeño instante y me fui a buscar la fuente de ruido, unos pasos más atrás.
Uno de mis criados intentaba detenerlo y en ese momento yo lo tomé en mis manos, una pequeña bola de pelaje negro como la noche agitándose, casi con desespero, luchando por salir de mi agarre, mientras me acercaba a ella.
La cara de Naiara era de asombro y de una felicidad, que me embargó el alma. Sus labios de color rosado estaban abiertos en una expresión absorta, veía un ligero rubor y sus ojos azules brillaban como aguas cristalinas.
—Un pequeño obsequio de su prima Azaleia. Bueno, más que un obsequio, es un legado. Cómo sabrá, la Duquesa tiene un lobo y su esposo, mi primo, una loba, los cuales puedo decir son unos de los animales más fieles, fuertes, y temidos de todo el Imperio. No es de extrañar que, como sus amos, ellos también se encontraron cómo compañeros ideales y aquí está el resultado de esa unión— le explico y ella me observa atenta.
Ya ha perdido todo el protocolo y su sonrisa se ensancha por su cara, sus dientes blancos brillan y sus cejas se suavizan… haciendo que, casi de manera imposible, se vea más iluminada. El pequeño cachorro, que por fin deja de moverse, y ya en los brazos de ella, la observa como si ella fuera la luna misma, y se queda tranquilo.
Naiara aleja los ojos del pequeño lobito que la mira extasiado y me observa a mí, sus ojos están aguados y está en un momento de tal emoción que no lo puede controlar. Hace mi corazón saltar, está extremadamente feliz, tanto que yo creo que las estrellas deben resonar su felicidad.
—Es lo más hermoso que he recibido en toda mi vida… es un sueño hecho realidad— dice con la voz entrecortada y puedo ver que respira con dificultad. Una pequeña lágrima amenaza con salir de sus ojos, y pareciera no importarle — Muchas gracias mi caballero por traerlo hasta aquí— dice y sus labios tiemblan.
—No ha sido nada princesa... aunque debo decir que fue un compañero bastante molesto, pareciera que él estaba desesperado por llegar a encontrarte y ahora viéndolo en tus brazos, entiendo que él también ha encontrado su lugar— le digo. Ella sonríe y mece al lobo en sus brazos como si fuera un bebé.
—Eres un pequeñito hermoso… hijo de Areta. Tengo que pensar en cómo te llamaré. ¿Sabes que eres mi primer compañero?— dice ella con voz dulce mirando al lobo que lanza un sonido de apreciación como si le entendiera.
De repente una de las sacerdotisas nos hace señas de que el consejo entre los señores, ellas y la princesa, está por comenzar y nosotros nos dirigimos por los pasillos, yo caminando a su lado.
Cuándo entró con ella todos hacen una reverencia, en la mesa están sentados los dos señores Fidela, un caballero y una cabeza de casa, el caballero de Miraes, cada uno representando a las casas que juramentaron por la princesa incluso antes que naciera, cuando la Emperatriz Aurora tuvo que abandonar el palacio.
También están dos sacerdotisas, Sindri y Mer, quiénes, por supuesto, también han juramentado por ella, pero de otra manera. Ellas no solamente quieren Naiara llegue al trono, sino que también velan por los intereses de la luna y la noche.
Cuándo Naiara se sienta, todos a su vez toma sus asientos, el lobo sigue en sus brazos y Sindri le da una mirada que está entre la desaprobación y algo como “sabía que esto iba a suceder tarde o temprano”. Yo miro de reojo a la anciana señora y asiento, asumiendo un poco mi culpa. Ella parece darme una sonrisa, pero no estoy segura, ella es una mujer difícil de leer.
—Quiero darle la bienvenida al caballero Layne, que al igual que el Duque de Bousquet ha tenido una misión diferente a la de nosotros y ha recopilado por años información del imperio, de nuestros enemigos, buscando aliados, e inclusive… logró descifrar la profecía que tenía cientos de años sin solución y dónde muchos hombres habían casi perdido la cabeza — indica Dart Miraes.
—Todos ya saben lo que está sucediendo con el emperador Markus… desde mi punto de vista, tenemos opciones con muchas de las casas, la mayoría está en descontento con el emperador y su actuar. Pero no tenemos certezas y nuestro principal peligro es la traición. Los nobles están desesperados, perdidos — explico y todos me miran atentos, siento en especial la mirada de ella y eso me da una fuerza irreconocible.
—Sin duda tenemos mucho que considerar. Sin embargo, creo que, y opino que ustedes estarán de acuerdo, que lo principal es que tenemos que buscar aliados y si tenemos dudas de los de adentro del imperio… entonces tenemos que empezar a buscarlos afuera. Por culpa de Markus Aveyron ha estado completamente separado del resto de los reinos e imperios, hay muchos con los que no quisiéramos tratar y hay otros que sabemos que tienen interés en negociar y comercializar con lo que el Imperio puede ofrecer. Con certeza es ahí donde tenemos que enfocarnos —menciona el caballero de Fidela y tiene razón.
—En vista de esto…es necesario que nos concentremos en el paso de las alianzas externas y de buscar un esposo aliado para la princesa. Ya recibimos una carta del rey de Sarassea… hay varios pretendientes interesados. El matrimonio tiene que suceder en los próximos meses. Veremos si hay un candidato ideal en Aveyron… pero lo dudo. Nuestra princesa tiene que salir, su momento ha llegado — dice el caballero y mi cabeza se queda… en blanco.
Ella mantiene su expresión seria, pero noto como aprieta ligeramente su mandíbula con tensión. Ella… casada… aliados… matrimonios… claro. ¿Pero por qué ahora me molesta tanto la idea?