Capítulo 86 Una vez más
Por entre los frondosos árboles, una silueta se vislumbró, veloz como un rayo. Corría rápido, corría para salvar su vida. Sus finas patas de ciervo tenían la agilidad del viento y con él se enfilaba hacia un lugar seguro. Al brincar por sobre un fino arroyo, no aterrizó sobre sus cuatro patas, sino sobre dos, y sus resoplidos ahora eran la jadeante respiración de una muchacha.
Tras ella iba Vlad el cazador, imparable, ineludible, implacable e irresistible.
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