Capítulo 66 El dinero no compra la felicidad
¡Din, don! Lingling entregó pronto la ropa. De pie en la puerta, sudaba a chorros. El hecho de que pudiera transpirar tanto a pesar del frío viento de noviembre demostraba lo mucho que había trabajado. Sin embargo, Bai Yunjin no parecía contenta, su sonrisa parecía forzada.
—Señorita Bai, ¿es porque me he retrasado en la entrega de la ropa?
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