Capítulo 2 Fue un accidente
—¿Algo importante? ¿Qué esperas saber de ella exactamente? —soltó una ligera risa.
El extraño sonido hizo que toda la piel de Bai Yunjin se erizara. Él se puso de pie, tomó su chaqueta y caminó hacia ella. Los ojos de la mujer se agrandaron por la sorpresa mientras se acercaba.
A lo largo de los años, había llegado a una conclusión: estaba aterrorizada por Huo Chen. Sus impredecibles cambios de humor e intereses pervertidos la asustaban hasta la médula, incluso escuchar su nombre la intimidaba. Ahora estaba a menos de un metro de ella y aquella mirada amenazante en sus ojos entrecerrados la hizo retroceder, pero el barandal de las escaleras bloqueó su ruta de escape.
—Déjame adivinar. Lo más importante que deseas escuchar de la abuela es sobre nuestro matrimonio. ¿Estoy en lo cierto?
Huo Chen por fin se detuvo cuando vio que ella estaba asombrada. Era un hombre que medía un metro ochenta y cinco, comparado con ella, aquel cuerpo alto parecía un rascacielos elevándose sobre su pequeño cuerpo.
La atmósfera era tensa entre los dos.
—Yo... Yo no... —Bai Yunjin negó con la cabeza repetidas veces.
—No te molestes en negar y dejar tu lamentable acto. Bai Yunjin, ¿de verdad crees que no me entero de lo que has estado tramando a mis espaldas? —Había sarcasmo en su hermosa pero desanimada voz—. Una vez que estés embarazada de mi hijo, serás mi esposa de forma legal, blanquearás tu sucio pasado y dejarás de ser una miserable hija bastarda, ¿no?
Él habló con lentitud, enfatizando cada palabra sobre su rostro mientras Bai Yunjin palidecía. A pesar de que estaba siendo humillada, no se atrevió a mostrar su disgusto. Sin embargo, trató de defenderse.
—No es lo que piensas, lo de aquel día fue un accidente.
—¿Un accidente? —Se burló Huo Chen como si hubiera escuchado algo ridículo—. ¿Me estás diciendo que fue solo un accidente?
Su pregunta llegó con una voz tan fría como una bodega de vinos, su expresión mostraba una mezcla de miedo y vergüenza. Mientras ella se tambaleaba, él jaló su muñeca y usó su cuerpo para estabilizarla contra el barandal y la miró sin emoción.
—¿De verdad crees que puedes casarte conmigo como está planeado solo porque la abuela está de tu lado?
—No, no... —El rostro de Bai Yunjin no tenía ni una pizca de color.
—Eres...
Las puertas de la villa se abrieron justo cuando él abrió la boca. El señor Qiao, su asistente, entró al lugar vestido con un traje impecable.
—Señor, el auto lo espera afuera para llevarlo a la oficina.
La atmósfera se sentía sofocante por su aura dominante.
—Está bien —respondió su malhumorado jefe, aunque sus ojos nunca dejaron de ver el rostro de Bai Yunjin.
—Chen... —gritó ella en tono débil con un rostro tan blanco como una sábana.
Escucharla pronunciar su nombre provocó que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. Las abrumadoras emociones suavizaron su expresión, pero él las escondió antes de que pudieran notarlo. Una larga e inexplicable risa brotó del hombre mientras miraba el hermoso rostro de la mujer.
—¿Sabes por qué no me quejé del arreglo que hizo la abuela para dejar que te quedes aquí? —Esa pregunta dejó a Bai Yunjin desconcertada; él miró sus ojos llenos de confusión y dejó escapar una mueca antes de burlarse de ella—: Ningún hombre diría que no al sexo sin compromiso.