Capítulo 34 ¿Por qué no se lo dicen ustedes?
—¡Bien, entonces empecemos, con el entrenamiento!— les llegó gritando Michael a sus hombres, quienes solo se vieron a los ojos, sabiendo que en cualquier momento alguno de ellos moriría tras acabarse el entrenamiento.
El padre de la amiga de Fleur llamó a todos sus empleados ese día, tras días donde casi no hubo nada de trabajo, era momento de ponerse serios, por lo que tomaría por fin cartas en el asunto.
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