Capítulo 7 ¿Tienes miedo Fleur?
Justo en el momento que ella abrió y dio el primer paso, la voz del hijo del dueño de restaurante la hizo voltear.
—¿Así que es aquí donde vives?
Fleur se voltea a verlo siendo acorralada entre el y la puerta que se mantenía abierta por el pie del hombre.
—Por favor…— le pidió ella viendo que no quitaba su pie de la puerta —¿Qué es lo que quiere? Ya no estoy en horas de trabajo.
El hijo del dueño del restaurante, la vio de arriba abajo, regocijándose del miedo que veía en sus ojos.
—¿Tienes miedo Fleur?
Por supuesto que tenía miedo. Fleur no era estúpida, podía imaginar lo que ese hombre deseaba de ella, sobre todo al ver su mirada lujuriosa sobre su cuerpo.
—¿Quién no tendría miedo? — le respondió ella, tratando de que su voz no saliera chillona — porque no me dice que quiere, para que pueda irse y así hablar sobre eso mañana en él trabajó— trato de razonar ella
—Que bueno que lo preguntas porque lo que quiero es a ti— le respondió empujando fuertemente la puerta haciendo que ella trastabillara y cayera hacia atrás al abrirse la puerta.
La risa del hijo del dueño del restaurante donde ella trabajaba no se hizo esperar, era una risa sádica y maligna, al igual que su mirada.
Fleur trato de gritar más, el hombre fue más rápido, ya que de inmediato le tapo la boca.
Estaba perdida, lo sabía. Nadie podría salvarla, una vez que él cerrará la puerta. Trataba de quitárselo, no iba a permitir que él llevará a cabo sus planes, pero el hijo de puta era mucho más fuerte que ella, sus esfuerzos por sacárselo de encima eran fuertemente frustrados con el hombre.
Por más que lo pateara, que lo mordiera o acuñara más parecía que lo disfrutaba, estaba exhausta, casi dándose por vencida cuando vio como el hombre era tirado hacia atrás de repente.
Michael Lewis, el hombre que la había salvado esa noche en el bar y no ahí también en el restaurante, librándola del acoso del hombre que ahora tenía fuertemente sujeto de la solapa de su americana.
—¿Te encuentras bien?— le pregunto Michael a Fleur quien se encontraba ida viéndolo en el suelo.
Había llegado justo a tiempo una vez más para salvarla, Michael no entendía como esa joven se las ingeniaba para siempre encontrarse en peligro, parecía que la perseguían los hombres de ese tipo, hombres sin honor que acosaban e incomodaban a las mujeres, el tipo de personas que Michael odiaba.
Lo peor es que él parecía empecinado en salvarla, porque a pesar de tener la oportunidad de alejarse, él no podía evitar correr hacia ella y salvarle el trasero, no podía dejar que alguien le hiciera daño.
El hijo de puta que estaba tratando de abusar de ella era el mismo sujeto que había visto molestándola en el restaurante.
—Odio que la gente no entienda un no — le menciono Michael al hombre quien parecía haber estado tomando licor o haberse metido alguna sustancia ilegal, ya que en vez de tranquilizarse, estaba aún más fuera de sí, se envalentonaba.
—¿A, qué tú también quieres jodértela? No me importa compartir ¿Así qué por qué no lo hacemos juntos?— dijo el hijo del dueño de restaurante, estaba harto de ser rechazado por aquella mujer, sería una buena forma de vengarse de ella.
¿Acaso creía que él era igual que ese desgraciado? Se preguntó Michael frunciendo el ceño.
Michael ahora se encontraba más furioso de lo que ya estaba antes. Las palabras de ese sujeto lo enojaron de tal modo que lo hicieron, no solo darle un golpe al sujeto, sino un buen par más.
Golpes que hicieron rabiar al otro sujeto que también se abalanzó contra él. Sin embargo, Michael tenía las de ganar, no solo tenía mejor preparación física, también era un experto en el arte de taekwondo, por lo que tras un par de golpes el hombre cayó al suelo completamente noqueado.
Fleur quien se había encontrado hasta en ese momento en absoluto estado de shock, pareció volver en sí, justo en el momento que Michael le ofreció su mano para levantarse.
Solo tras eso fue que se dio cuenta de que el hombre permanecía ya en el suelo, completamente inconsciente.
—Yo…
Michel supo que ella no podía hablar, era obvio que estaba asustada, por lo que solo la abrazo, dejando que ella desahogará llorando en sus brazos.
Fleur no podía dejar de temblar y al mismo tiempo agradecer por qué Michael hubiera aparecido, era como si hubiera sido enviado del cielo en ese momento, una vez más ese hombre impedía que algo horrible le ocurriera.
Lo que la llevó a negar apartándose de él al verse en la obligación de agradecerle por lo sucedido.
—Gracias, no sabes lo mucho que agradezco tu ayuda, no sé lo que habría pasado si no llegas a aparecer.
Él no le respondió, solo dejó que se alejara, para así el poder hacer una llamada.
—Yo, yo... no sé qué decir…— dijo Fleur sin saber como expresar lo que sentía, sobre todo al ver la mirada fría y el porte imperturbable de Michael, su salvador.
Gracias a dios, la persona a la que le había hablado llegó tras pasar a penas unos cinco minutos.
Las órdenes que le dio Michael a los hombres que bajaron del auto que se estacionó frente a la casa de Fleur fue clara.
—Llévense a esta escoria a su casa— solo fue decirles eso para que ambos hombres cargarán con el hijo del dueño del restaurante.
— Y usted señorita Fleur Lombardi.
Michael se volteó a ver a Fleur y así seguir hablando.
Fleur se preguntó nerviosa que era lo que le diría.
Michael se acercó más a ella para seguir hablándole de frente — no pretenderá que la salve siempre, esto le pasa por no hacerme caso. Usted solita, se gana este tipo de cosas. Si no anduviera sola en la calle a altas horas de la noche, yo no tendría que preocuparme de que nada le suceda — tras decir eso, él se dio la vuelta y se dirigió a la puerta de la casa de Fleur y así salir.
Ella se encontraba indignada, en ese momento, por sus palabras. Después de que se sintió aliviada y le creyó un salvador.
—¿Cómo es que sabes sobre si acostumbro llegar tarde a mi casa o no? ¿Acaso me espía, señor Lewis?
Ahora que lo pensaba que hacía él ahí a esa hora.
—Ah, usted es igual a él, ya que me anda espiando.
—Por favor, señorita Lombardi ¿qué motivo tendría para espiarla?
—Si no me espía, ¿qué hace aquí?— le pregunto Fleur indignada.
Michael no le respondió, simplemente saco una llave de entre la bolsa de su pantalón y la metió en la cerradura de la casa a un lado de la suya y le sonrió al abrirla.
—Buenas noches, señorita Lombardi. No olvide cerrar bien su casa, no sé sabe quién se quiere meter a robar por las noches.
Fleur ya no dijo nada, simplemente se quedó con la boca abierta, por unos momentos antes de meterse a su casa y cerrar con llave su puerta.