Capítulo 8 ¿Qué le hizo cambiar de opinión?
Fleur no pudo dormir por culpa de las pesadillas. Repitiendo en sus sueños los acontecimientos ocurridos esa misma noche.
Fue casi al llegar el alba que su sueño dejó de ser una pesadilla para convertirse en un buen sueño.
En ese nuevo sueño aparecía Michael nuevamente como su salvador, tomándola en sus brazos y llevándosela lejos.
—¿Por qué siempre me estás salvando?— le preguntó ella a Michael.
—Lo hago por qué me gustas— fue la respuesta de Lewis.
El cuerpo de Fleur se llenó de calidez al escuchar esas palabras. El calor se extendió rápidamente por todo su cuerpo, llevándola a sostenerse con fuerza de sus hombros, temblando bajo el toque de sus manos.
Las manos de Michael recorrían su cuerpo, delineando las pocas curvas que tenía.
Por un momento Fleur temió que él se alejara por no tener demasiadas curvas, pero no fue lo que ocurrió, todo lo contrario lo que observo en los ojos de Michael fue deseo.
Ella no lo pensó más y se dejó llevar por lo que deseaba, pasando sus brazos alrededor de su cuello, abrazándolo, enredando sus dedos en esa mata de cabello oscuro que a ella le encantaba cada vez más.
Fleur gimió cuando sintió las manos de Michael recorriendo su trasero, apretando en cada avance que daba.
Pero no solo eran sus manos las únicas que ella sentía sobre su cuerpo, también podía sentir sus labios recorriendo la piel de su cuello, haciéndola gemir bajito. Se sentía tan bien que no deseaba que parara.
—No pares… No dejes de hacerlo— le pidió ella dejando que las manos de su amante bandido se llevarán con ellas la parte superior de su pijama hacia arriba, dejando al descubierto la parte superior de su cuerpo.
—Eres hermosa, cara mia
Fleur, le escuchó decir a Michael, quien bajaba tras dejar un par de besos cortos en sus labios, por su cuello al valle de sus senos.
—Michael…— gimió su nombre al sentir como su mano derecha acariciaba su seno izquierdo, apretando con sus dedos, pulgar e índice su pezón, haciéndola desear más que nunca sus labios en esa parte de su cuerpo— hazlo, no me hagas esperar más…— le pidió ella abriendo sus ojos, al sentir que él se detenía.
—Lo siento— se disculpó Michael alejándose
—¿Por qué te alejas?— le pregunto ella, sin saber que era lo que pasaba —¿Acaso no te gusto?
—No es eso
—¿Entonces qué es?
—Ya es hora de despertar
Fue el decir eso y escuchar el sonido de la alarma de su celular sonando, era la tercera vez que sonaba, por lo que tenía 15 minutos ya de retraso.
—¡Mierda, mierda!— se levantó corriendo de la cama.
Se arregló en menos de media hora.
Tenía el tiempo justo para salir de casa a su trabajo para no llegar tarde a su trabajo.
El dueño del restaurante, la estaba esperando en la puerta con un sobre en la mano.
—Aquí está tu liquidación, es más de lo que te mereces, así que lárgate— tras decirle esas palabras le cerró la puerta en la cara.
«Es hora de buscar trabajo Fleur» se dijo a sí misma.
Ese día no encontró nada, pero se dijo que al día siguiente sí que lo haría. Los días fueron pasando, y ella seguía sin encontrar empleo.
Cuando se dio cuenta ya había pasado una semana, su liquidación apenas y cubriría un par de días más.
Justo cuando estaba pensando en hacer algo extremo, recibió la llamada de su antiguo jefe.
Su primer pensamiento fue el no contestarle. Pero no pudo evitar tomar la llamada, tenía la intención de decirle un par de cosas a su ex jefe por haberla despedido.
—¿Qué es lo que quiere? Si habla para burlarse, déjeme decirle que…
—Señorita Lombardi, que bueno que contesta. Le hablaba para disculparme por haberla despedido. No debí hacerlo, ¿qué le parece regresar a trabajar con nosotros? Cómo compensación por el incidente que le parece si le regreso su puesto con un considerable aumento de sueldo. Venga a mi oficina esta misma tarde y hablaremos sobre eso
Por supuesto que ella aceptó ir a verle, llegando puntual a la cita.
—Disculpe, ¿Pero qué le hizo cambiar de opinión?— Le pregunto Fleur al gerente antes de firmar el contrato.
El hombre pareció dudar; sin embargo, respondió —Es a causa del nuevo dueño del restaurante, el señor Michael Lewis, puso esa condición a cambio de conservar mi estatus de gerente del restaurante.
Fue escuchar eso y ella marcharse sin firmar.
Se negaba a trabajar para Michael Lewis.
Con soñar con él todas las noches y ser su vecina era suficiente.
—Señor Lewis, ella no aceptó, espero que eso no me haga perder mi trabajo.
Michael no contestó a la pregunta hecha por el hombre, simplemente cortó la llamada. Se encontraba furioso a pesar de su semblante sereno.
¿Acaso esa mujer era tonta? ¿Por qué diablos no se dejaba ayudar?
El fin de mes llegó para Fleur más pronto de lo que esperaba, por lo que era hora de ver cuánto le quedaba en el banco.
Tal vez se podría permitir estar un par de días más sin trabajar.
—¿Está segura que esta es toda la cantidad que tengo en mi cuenta de ahorro?
La cajera volvió a checar, volviendo a arrojar la misma cantidad y mostrándosela.
—Lo siento, es todo lo que le queda. ¿Desea abonar o hacer un retiró?
—Un retiro. Solo dejé lo justo para que no me cobren intereses al volver a usarla.
La cajera hizo lo que le pidió dándole el efectivo.
Lo que tenía en ese momento en su cartera, apenas y le alcanzaba para alimentarse, pensar en pagar el alquiler de ese mes era imposible.
De seguir así tendría que ir reflexionando en vender uno de sus riñones.
Estaba siendo dramática, antes de eso, bien podría tratar de encontrar un Daddy, tal y como Noelia, la protagonista de su novela favorita ¿Cómo conocí a mi sugar Daddy? De la nueva app gratuita que había encontrado llamada Fizzo.
Bien, ya estaba desvariando, pero al menos le quedaba claro que todavía conservaba el mal humor.
Camino hasta la estación de autobuses, casada y abatida se iría a descansar.
Aun lado de ella se encontraba un hombre leyendo el periódico y el cual dejo junto a ella al llegar su autobús.