Capítulo 8 Se mi esposa
Había pasado casi una semana para Ana en aquella casa, con aquellos desconocidos, aunque Jamie y Jake la trataban como su igual, la madre de Jake la miraba con algo de desprecio. Solía cenar en la habitación, la mayoría de las veces en compañía de Jamie y de Jake. Cada día Tom tenía una comida especial para fortalecer sus defensas y aunque las noches eran extremadamente largas, ya se sentía más segura en aquella casa. — Ten. — Dijo Jake, entrando a la habitación y ofreciéndole una bolsa con ropa, todas holgadas y cómodas. — Ya deja de usar las de Jamie.
— Gracias. Que bueno que has venido, quería hablar contigo.
Tom estaba en la cama dormido, las medicinas solían darle un poco de sueño en las tardes.
— ¿Sucede algo ? — Jake tomó asiento en la butaca que había al lado de la ventana para prestarle más atención.
— Nos iremos. — soltó sin rodeos, tomando asiento en el borde de la cama. — ¿Aún te sientes incómoda ?
— Este no es mi sitio, ya Tom está presentando mejorías, haré todo lo que esté en mis manos para que sea así. Me siento agradecida contigo, ya has hecho mucho por nosotros.
— El no puede seguir viviendo en las calles, volverá a empeorar, eso no es lo que quieres, lo sé.
— No quiero quedarme más en esta casa, con ustedes. ¿Hasta cuando podré estar aquí ? ¿Que haré después ? Lo mío es la calle, no tengo otra cosa que hacer.
— Puedes trabajar.
— No se hacer nada, tampoco tengo documentos.
— ¿Que es lo que realmente quieres ? — quiso saber Jake.
— ¿Lo que realmente quiero ? Tal vez no lo sé, no quiero que Tom siga viviendo bajo esas condiciones, pero es lo único que le puedo ofrecer. Quisiera poderle dar un hogar, formar una familia y que tenga todos los privilegios que los demás niños tienen. Me gustaría que él fuera feliz.
— ¿ Y qué quieres para ti ?
— Yo... Nada. Algún día salir de las calles y poder ser la persona que era antes, sin caer en mentiras de amores falsos, sin sufrir abusos; tal vez volver a mi país y contactar con mis familiares, mis padres. Ya todos me deben de haber olvidado, creyendo que estoy viviendo una vida feliz junto a la persona que juró amarme y cumpliendo mis sueños. Mis padres seguro sintiéndose alegres creyendo que yo soy feliz. Quisiera recorrer las calles de la ciudad sin tener que mirar inconscientemente hacia un basurero en busca el algo que sirva para complacer a Robert y sus matones, no tener que dormir con miedo pensando que Robert enviará algún hombre para complacer sus deseos sexuales porque no conseguí nada de valor o no robé algo bueno, poder caminar sin mirar hacia atrás con miedo. — limpió una lágrima que se había escapado de sus ojos. — Lo se, para ti todo eso suena absurdo y algo dramático. Es lo que deseo.
— Claro que no, me suena a lo que realmente quieres, no pides lujos, dinero ni comodidades, solo una vida tranquila. — Estoy pidiendo cosas imposibles, que no pasaran mas allá de ser solo un anhelo.
— Tal vez si pueden pasar, no tienes por qué irte de casa.
— No puedo permanecer más tiempo aquí, es tu familia, es tu casa. Yo aquí no pinto nada. Es incómodo para mi y también lo es para ustedes, tener que convivir con desconocidos, sintiéndose ajenos en su propia casa.
— Quiero que obtengas todo eso que anhelas, que Tom pueda ser feliz y crezca siendo un niño sano. Desde el primer momento en que te vi, sentí algo raro. No es nada romántico ni sexual, solo te vi esa mañana y cuando hablaste fue muy extraño, si no me hubieras robado la cartera ese día y las cosas no hubieran pasado como hasta ahora, yo habría ido cada mañana a comprar el periódico, solo para verte. ¡Lo se! Es de locos, pero es así. Me alegro de que estes aquí y de que todo haya pasado como hasta ahora. Creo que te tengo aprecio. No me sentiría bien si te vas.
— Tal vez lo que me tienes es lástima , debe de ser más cercano a eso.
— No lo se. Pero es cierto que quiero ayudarte. Y me está llegando una loca idea a la cabeza de cómo hacerlo.
— Ya has hecho mucho por nosotros, no te preocupes, hasta ahora hemos sobrevivido todos estos años, lo seguiremos haciendo.
Jake se puso de pie, con una sola idea en la cabeza, semblante serio y con toda la determinación que se puede tener para proponer semejante cosa a alguien que apenas conoces. Estaba convencido de que no era lástima lo que sentía por ella, tampoco sabía si era algo romántico, pero no podía imaginársela nuevamente tirada en el piso vendiendo periódicos y aventurándose a robar carteras, pero mucho menos quería verla nuevamente golpeada por aquel animal que se creía dueña de ella, o peor, siendo violada. Él quería protegerla. Esa era la palabra correcta.
Se arrodilló frente a ella y mirándola a los ojos le dijo:
— ¿Quieres ser mi esposa ? Prometo hacer realidad tus anhelos sin pedirte nada a cambio, más que verte bien y a salvo a ti y Tom.
— Eres raro... pero esto ya excede tus rarezas. Ponte de pie y no me tomes por tonta. ¿Como vas a querer casarte conmigo ? Mírame y mírame bien.
— Lo hago, te veo y no encuentro un solo motivo para no hacerlo. Casémonos. Podrás tener todo lo que quieras, obtendrás tus documentos, estarás legal en el país y Tom podrá ser un niño normal como todos los demás, formemos una familia entre los tres, sin tener que tener algo sexual. Se que de esa manera tu podrías ser feliz y estar a salvo a la vez. Se mi esposa, yo te protegeré.
— Jake, por favor ponte de pie. Me estas asustando.
— ¡Solo piénsalo! ¿Por qué no? ¿Que puedes perder? Todo lo que obtendrás serán beneficios, ni si quiera te estoy pidiendo nada a cambio.
— ¿Que hay de Sam? — Quizás él decía que no eran novios , pero era claro que algo había entre ellos dos.
— ¿Sam ? ¿Que tiene ella que ver ? Nosotros no somos nada. Nunca lo fuimos, para ella solo soy una herramienta, solo que ya se dio cuenta que no le sirvo para nada. No sentimos nada uno por el otro.
— Entonces... ¿Te casarías conmigo solo para que yo estuviera bien ?
— Tu y Tom. — Se puso de pie y tomó su mano. Ana no estaba segura pero se lo estaba pensando, no pedía nada a cambio, todo eso suponía mejorías para ella y Tom. Aunque sentía que sería aprovecharse de la bondad de Jake.
— Si no obtienes nada a cambio, no puedo aceptar. Me sentiría más tranquila si sacas algo de todo esto. Parecería más real la oferta.
— Formar una familia contigo y y con Tom. Me basta con eso.
— Algo más... Puedo aprender a cocinar y esperarte cada día con tu comida preparada, lavar tu ropa, limpiar la casa. ¡Es que no ofrezco mucho!
— Pero te estoy diciendo que me darás una familia.
— Eso puedes obtenerlo con cualquier persona.
— Veo que no estas convencida. Entonces, hagamos una especie de trato, de palabra, sin filmar nada. Dime lo que tú ofreces y yo lo aceptaré, pongamos condiciones.
— Bien, supongo que te ofrezco una familia, ser una amiga y una compañera, mantendré la casa limpia y haré todo los quehaceres del hogar. Cuidare muy buen de Tom y te esperaré cada día al llegar de trabajar. También estaré ahí para despedirte en las mañanas. ¿Tomas café? — No es necesario que te encargues de las cosas del hogar, habrá alguien que haga esas cosas, se que eres una excelente madre para Tom, esta demás decirlo y me gustaría verte al despedirme en las mañanas o que me recibas al llegar. Acepto lo que me ofreces. Yo te ofrezco también una familia, seguridad, todo lo que necesites y un amigo, también me gustaría ser un padre para él si el así lo quiere.
— Los acepto. ¿Algunas condiciones que debamos poner ?
— Deberíamos, empezaré yo. No puedes regresar ni tener ningún contacto con Robert o con algunas de las personas de allí, automáticamente dejarás tu pasado atrás, por el bien de los tres, tendrás que estudiar y formarte de alguna manera, si es tu decisión contactar con tu familia, lo acepto, no tengo problemas con eso, adoptaremos a Tom los dos juntos y dormiremos en habitaciones separadas. Pretendo respetar tu privacidad. — Ana se frotó las manos algo nerviosa, no podía creer que de verdad estaba haciendo aquello.
— Me parecen muy justas tus condiciones. No se si tengo alguna, ahora no me llega nada a la mente.
— Dejemos esa parte abierta. Piénsala y luego me lo comunicas. — Le extendió su mano para estrechar la de ella. Sería la forma de cerrar el trato.
— ¡Espera ! — Se detuvo antes de tocar su mano. — Nada de bodas, solo por el civil y que sea algo secreto, por favor.
— Pero al menos usemos los anillos.
— Está bien.
— Bien.
Estrecharon sus manos, estando los dos de acuerdo con las condiciones.