Capítulo 7 Cita médica
La mañana llegó sin previo aviso, Jake como cada día siempre madrugaba. Quitó el brazo que tenía de Sam sobre su pecho. Sabía demás que ahora sería imposible que ella se fuera de la casa con Ana allí, era como su forma de marcar su territorio. Pero eso solo hacía que Jake se sintiera más hastiado de ella.
— ¿A donde vas? Es... muy temprano. — Se había despertado cuando sintió que Jake se paró de la cama. Su voz salía pastosa por el sueño. — Vuelve aquí. — le ordenó.
Jake siempre madrugaba para hacer ejercicio antes de ir a trabajar, pero esa semana era diferente. Sus manos estaban heridas y no podía realizar su labor, aunque no era gran cosa y ni si quiera le dolían, a pesar de eso, era imposible entrar a una cirugía con las manos en ese estado. El hospital estaba teniendo pérdidas millonarias debido a eso, no era como si el mejor cirujano de esa área del país pudiera tomarse vacaciones. Tuvo que apagar su celular desde el día anterior para no contestar las incesantes llamadas del director.
— Tengo que ir al hospital. — Le respondió. Abrió el armario para sacar una ropa cómoda de allí.
— Pero no puedes trabajar. Tus manos no han sanado. — Sam se incorporó para ver a Jake. Este estaba desnudo poniéndose la ropa interior.
— Es la cita de Tom. Lo llevaré al pediatra.
— ¿A que estás jugando ? ¿Hacer el padre de ese niño ? — encendió la luz para poder ver el rostro de Jake. — Si te sientes culpable por algo y buscas ayudar a personas, esta bien con las donaciones que haces cada año y a los hospitales que acudes de forma gratuita. Incluso con las operaciones que regalas. Pero esta no es la manera. No tienes que involucrarte directamente con ese tipo de gente.
— ¿Tipo de gente?
— ¡Si! Tipo de gente. La has sacado de un basurero, luego de que te robó la cartera. Cualquiera pensaría que te has vuelto loco. La has metido en nuestra casa, a esos muertos de hambre sin saber las enfermedades que pueden tener y todas las malas costumbres. ¿Has visto a esa mujer ? ¿Has visto su cara ? Parece una viciosa. Y ese niño no creo que dure mucho tiempo con vida. Esta demasiado delgado y seguro que durante su vida no ha tenido la alimentación adecuada. No tienen ningún futuro. ¿Acaso haces todo eso para acostarte con la madre ? Si es así, solo tenías que ofrecerle un poco de dinero ¡y usar protección, maldita sea! — le tiró la almohada dándole en el rostro. Había comenzado a gritar. — Es una mujerzuela, seguro que ha estado con incontables hombres incluso por un vaso de agua ¡o peor! Por un cigarro o un poco de droga. ¿Desde cuando te gusta ese tipo de mujer ? Si quieres estar con prostitutas, por lo menos que sean de calidad, maldita sea. Has enloquecido. Tu madre está preocupada.
Jake terminó de vestirse, recogió la almohada y se acercó a la cama.
— Ana podría ser fácilmente el tipo de mujer que me gusta, pero tú... eres el tipo de mujer que solo puedo acostarme y porque me lo suplicas. Hablas de ellos como si no fueran seres humanos, son personas, como tú y y como yo, pero con menos suerte. Haré todo lo que esté en mis manos para que Tom se encuentre bien, en cuanto a ti... cuando yo regrese espero que no estés aquí. No eres bienvenida. Si te atreves a meter a mi madre en esto, te juro que conseguirás algo más que desprecio de mi parte. — Sam intentó golpearlo en la cara, pero Jake sujetó su mano en el aire, apretándola con fuerza. Estaba muy enojado y eso era algo difícil de ver, aquel buen hombre, callado y solitario, podría dar mucho miedo cuando enojaba. — Es posible que Ana se haya acostado con incontables hombres, por necesidad, no por placer y es muy probable que también haya sido violada o la hayan obligado hacer cosas de las que seguro que no está orgullosa. Pero cada cosa que hace, me ha quedado claro que lo ha hecho para protegerse a sí misma y cuidar del niño, que a pesar de no ser su hijo, lo quiere como tal. Así que cuando hables de tipos de personas o de mujeres, mírate un poco. Has renunciado a los años de amistad que teníamos, solo para meterte en mi cama. Usas nuestra relación familiar para incumbirte en mi vida cuando no te has ganado el derecho ni te he dado permiso. Siempre has menospreciado mi trabajo como doctor, para ti valdría más si fuera un famoso empresario de esos explotadores o una figura del medio porque tú solo vives de apariencias. Realmente te has convertido en el tipo de mujer que no quiero a mi lado.
Pero Sam había quedado muda, otras veces había despertado la faceta de Jake en modo enojado, pero nunca lo había visto tan airado como esa mañana. Sus palabras eran suaves, sin necesidad de gritar, tan silenciosas y letales como un cuchillo. Jake tomó su nueva cartera y salió de la habitación. Ya iba siendo hora de que pusiera a Samantha en su lugar. La mansión estaba en silencio aquella hora de la mañana. Caminó por el silencioso pasillo hasta el ala este, donde estaba la habitación de Ana y Tom. Tocó la puerta con suavidad para no asustarlos, pero nadie abrió. Esperó unos minutos por si se estaban vistiendo o algo por el estilo y volvió a tocar. Nada. Giró despacio el cerrojo, abriendo la puerta. Ana y Tom dormían en la misma cama, el niño estaba acurrucado debajo de sus brazos, con un pie fuera de la cama. Jake entró a la habitación y cerró la puerta, se acercó a la cama y tocó el hombro de ella.
— Ana. — dijo con suavidad. — Ana, despierta. Su cuerpo se encogió con brusquedad cubriendo todo el de Tom, apretó los ojos con fuerza cerrando las piernas.
— No, por favor. El niño está aquí, no hagan nada. — Su voz se escuchaba temblorosa baja. Era una súplica. — Ana. — volvió a decir Jake, tocando su hombro nuevamente.
— ¡No,no, no! ¡Suéltame, no me toques! — los gritos de Ana se escuchaban en toda la habitación, tal vez más allá de esas paredes, el niño comenzó a llorar también suplicando que dejaran a su madre en paz.
— Ana, que soy Jake. Estas a salvo. — Jake se incorporó y encendió las luces. Cuando Ana levantó la mirada, se relajó un poco, aún mantenía a Tom bajo sus brazos, su cara estaba mojada por las lagrimas y los labios le temblaban. — ¿Estas bien?
La puerta se abrió de súbito, dejando entrar a un Jamie en ropa interior.
— ¿Que pasa aquí ? — Miró a su hermano de pie frente a la cama, al niño sollozando y a Ana con lágrimas en el rostro cubriendo al niño. — ¿Que haces, Jake ? — frunció el ceño mirando a su hermano. Se subió sobre la cama y fue hasta Ana.
— Se ha asustado. — Contestó Jake, sintiéndose acusado por su hermano.
— ¿Estas bien ? — tomó la mano de Tom, estaba siendo apachurrado por Ana. — Creo que lo estás apretando mucho. — Sacó el niño de los brazos de ella y los tomó entre los suyos. — Aquí están a salvo. Nadie puede hacerles daño. No te preocupes. — Le hablaba con suma delicadeza a Ana para que esta se pudiera tranquilizar. Estaba demasiado nerviosa.
— Lo siento, Ana. No quise asustarte. Toqué la puerta pero no abrías. Entré para despertarte, no pensé que te asustarías de ese modo. He venido porque en poco tiempo tenemos que salir a la cita con el doctor. Tienen que prepararse.
— Está bien... no recordaba donde estaba y me asusté sin necesidad.
— Debiste de seguir tocando la puerta y no entrar sin permiso. Es normal que se asustara de esa manera. — Dijo Jamie, pero sabía que no era para nada normal que ella reaccionara de esa manera, le pasaba por la mente las cosas horribles por las que había pasado Ana, abrazó al niño contra su pecho desnudo, sintiendo pena por los dos. ¿Por cuantas cosas horribles habían pasado ? — ¿ A que hora tienen la cita médica?
— Dentro de una hora.
— Voy con ustedes.
— Está bien. Pero ve vístete.
Jamie se había olvidado que solo tenía el calzoncillo puesto, su marcado abdomen estaba al descubierto, la pequeña línea de vello que subía por su abdomen hasta su pecho y sus piernas. Llevaba puesto un calzoncillo negro. Ana giró la mirada para no verlo semidesnudo. Soltó al pequeño Tom y salió de la habitación.
— Mamá, ya deja de llorar.
— Si, mi amor. Estoy bien. Solo tenía pesadillas y me asusté cuando Jake me despertó. No te preocupes. Vamos al baño para que te vistas. Hoy te verá un doctor. — Jake estaba de pie sin moverse, todavía sintiéndose culpable. — No te preocupes, no hiciste nada malo. — Le dijo ella, pasando a su lado con Tom. Todos estaban listos.
Tom muy feliz por la nueva ropa que llevaba puesta y los zapatos. Ana vestía lo mismo que le había facilitado Jamie la tarde anterior y Jake llevaba un polo y unos vaqueros. Jamie por su parte, llevaba puesta una camiseta sin mangas que se abría en los costados dejando ver su musculatura y fuertes brazos, una bermuda blanca con varios diseños de grafiti y la cámara colgándole de su cuello.
Iban en el coche de Jake.
— ¿Paramos antes a desayunar ? — Preguntó Jamie, quien se había sentado en el asiento de atrás con ellos dos e iba jugando con el niño.
— Si, lo hacemos en la cafetería del hospital , para no perder tiempo.
Y así lo hicieron.
Tostadas, café, chocolate, jugo de naranja y unos ricos huevos fritos, habían desayunado todos ellos.
Estaban en la sala de espera mientras llegaba el turno del pequeño.
— Jake Matthew, puede pasar. — dijo la enfermera. Todos se pusieron de pie para entrar a la sala. — Solo uno de los padres. — volvió a decir la enfermera al verlos a todos.
— Está bien, Ana. Pasa con el. Luego el doctor me contará lo que pase.
Jamie y Jake volvieron a sentarse en la sala de espera.
— Te veo muy comprometido.
— Necesitan ayuda.
— Lo se. También quiero ayudar.
— ¿Que es eso de las fotos que mencionaste ayer?
— Ella es mi musa, ya se lo dije.
— No es tu musa.
— Si que lo es. Podrías ayudarme a convencerla para que sea la modelo de mi próxima exhibición.
— Ella no está preparada para eso.
— Pero puede estarlo. Puede ganar mucho dinero y salir de esa vida, olvidarse y dejar todo atrás, no creo que se siente muy cómoda dependiendo de ti. — No depende de mi, apenas hace unos tres días que nos conocemos. Ella ahora está concentrada en que Tom sane, es lo que importa.
— Lo se, espero que el niño esté bien.
— Cuéntame algo de ti, hace semanas que no te veíamos. Has venido de repente.
— Había empezado un nuevo proyecto, me llevó tiempo, la semana pasada fue la exposición, en Nueva York.
— No me invitaste.
— Llamé a mamá y los invite a través de ella, pero ningunos se presentaron.
— Lo siento, no sabía nada. Debiste de llamarme a mi.
— Lo hice, sonaba apagado. Tal vez estabas en alguna cirugía.
— Probablemente. Debiste dejarme un mensaje. Sabes que soy fanático de tus fotografías, de tu arte.
— Me hubiera hecho ilusión que fueras. — ¡Y a mi ! La próxima vez estaré allí contigo.
— ¿Cual de los dos es Jake Matthew ? — Preguntó la enfermera al salir nuevamente del consultorio.
— Soy yo.
— El doctor quiere verlo. Sígame, por favor.
Ana y Tom salieron dejando entrar a Jake.
— Jake, colega. — Le saludó el pediatra. — siéntate por favor.
— Gracias, Jonas, lamento haberte pedido esto de imprevisto.
— Es lo mejor que pudiste hacer. ¿En que condiciones vive ese niño ?
— Vivía en la calle, hasta ayer que lo llevé a mi casa.
— Ya veo, eso explica muchas muchos. Ya le he dicho a la madre algunas instrucciones, por lo tanto no está tan grave, debe de cambiar su alimentación, la nutrición es un punto muy importante. Tiene que comer las tres comidas del día, beber agua en condición y estar en un ambiente sano y limpio. Le di una lista de las muchas cosas que tiene que comprar. Y hacerle un chequeo rutinario. Tiene que aumentar de peso. Esta demasiado delgado.
— Muchas gracias, yo me haré cargo de ahora en adelante. Él estará bien.
— Por cierto, Jake. He escuchado unos rumores, sabes cómo corren las noticias. Dicen que tus manos han sido lastimadas y que ya no puedes operar. ¿Es cierto ?
— Corren muy deprisa, mira mis manos. — las levantó para que su compañero las viera. — Solo están raspadas. ¿Te parece algo que me impida volver operar ?
— Desde luego no, en unos días estarán bien. Me alegra saber que sean falsos esos rumores.
— Gracias por lo de hoy, Jonás. Nos vemos otro día.
— Adiós.
— ¿Que es lo que te ha dicho ? — quiso saber Jamie, abordando a su hermano nada más salir. — ¿Algo malo ?
— No. Tom no está tan mal como parece. Necesita buena alimentación, ambiente saludable y subir cuanto antes de peso. Con las recetas que le ha hecho el doctor, todo estará bien.
— Menos mal. Entonces ¡a comer, pequeñín!
Todos volvían hacia la mansión, después de pasar por una farmacia, el pequeño Tom tenía que empezar su tratamiento y una dieta especial que le devolviera todo lo que su pequeño cuerpo aún no había recibido.
Pero Ana no tenía pensado seguir quedándose por mucho más tiempo en aquella casa.