Capítulo 59 Se acaba el tiempo
No sé cómo lo hacía, me convertía en polvo y me armaba con tal facilidad. Tal vez ante él carecía de voluntad, sin embargo, había algo que me grita; «No me dejes, dame tiempo, espérame, ahora no puedo sin embargo no me dejes». Siento que era vital soportar su actitud. Fui yo quien lo besó, fueron mis labios los que recorrieron su cuerpo, puse en práctica lo que me había enseñado; tomé las riendas de nuestra intimidad, le propiné todo el placer que quise darle, no me detuve hasta obtener mi recompensa y por primera vez probé su sabor para luego marcar los movimientos sobre él. Sentir sus manos fuertes sobre mis glúteos, su boca succionando mis senos al tiempo que mis movimientos circulares lograron hacerlo venir de nuevo y mis convulsiones apretaron más su miembro. Si he de quemarme, lo haré por decisión propia, algo clama tiempo.
—Disfrutemos lo que nos queda. —dijo cuando terminamos sudados.
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