Capítulo 57 ¿Era una escena de celos?
Me sacó del bar una vez el hombre se disculpó según lo ordenado por Jerónimo. Llegamos al parqueadero donde habíamos dejado el auto. No habló, su energía seguía irradiando enojo, por eso preferí callarme.
Parecía un loco frente al volante, aunque conducía con mucha destreza, se transformó en un demente, no comenté nada. Me limité a rezar las oraciones y las plegarias de la abuela. Esquivaba a los carros que no dejaban de pitar al ver cómo se les atravesaba. En ningún momento mostró inseguridad, por el contrario. Al llegar al parqueadero de las cabañas ya eran las dos de la mañana. Estábamos en una oscuridad abrumadora. Tiró la puerta del auto y me sobresalté. Bajé temerosa.
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