Capítulo 126 Compañeros comerciales, corazones comerciales
Qué juego tan astuto el de hacerse el difícil. Fraser sin duda sabía cómo montar un espectáculo. Madeleine extendió su mano delgada y delicada, con la intención de colocarla ligeramente en la palma esperante del hombre. Al momento siguiente, él la empujó con brusquedad hacia la pista de baile.
Sus pasos vacilaron y casi se torció el tobillo al tropezar hacia adelante. Por fortuna, su habilidad para el baile era excepcional y rápido encontró el ritmo, siguiendo la cadencia arrebatadora del vals. Sus ojos brillaban, vivos y encantadores.
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