Capítulo 10 —El después
Narrador:
Liam permaneció tumbado en el sofá, desnudo, con los brazos extendidos y la respiración aún acompasándose tras el clímax que había compartido con Maya. La habitación estaba en silencio, interrumpido solo por el eco lejano del agua corriendo en el baño donde ella se había refugiado. Debería sentirse satisfecho. Por años había deseado ese momento, y ahora finalmente la había hecho suya. No, miento, finalmente ella lo había hecho suyo. Maya había estado sobre él todo el tiempo, liderando el ritmo con una mezcla de inseguridad y entrega que lo había desarmado por completo. A pesar de su control habitual, esta vez no había sido él quien dictaba las reglas. Ella, con sus movimientos temblorosos y suspiros entrecortados, había tomado el mando sin siquiera saberlo, y Liam no había podido resistirse a esa rendición inesperada. Apoyó la cabeza contra el respaldo del sofá y cerró los ojos, permitiendo que sus pensamientos lo asaltaran. Recordó el primer día que Maya llegó a su casa, una niña frágil y asustada que apenas hablaba. En ese entonces, había jurado protegerla, mantenerla a salvo de cualquier cosa que pudiera lastimarla. Pero ahora... ¿en qué momento ese instinto de protección se había transformado en este deseo incontrolable? La imagen de Maya sobre él, sus piernas temblando mientras intentaba controlar el ritmo, lo golpeó con una fuerza inesperada. Había algo en su vulnerabilidad que lo llenaba de una satisfacción oscura, pero también de un peso que no podía ignorar. Liam no era un hombre que cuestionara sus acciones, pero en ese momento, tumbado en el sofá con su piel aún ardiendo por el contacto reciente, no podía evitar preguntarse si había llevado las cosas demasiado lejos.
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