Capítulo 8 Estar seguro
Quiero decirle que no le tengo miedo a sus amenazas, que no me importa en lo absoluto un encierro más o uno menos, pero, la tentación es grande, porque el desgraciado es un completo bombón, de ese que uno no sabe la marca pero sabe que será sabroso al comerlo.
Por eso, no quiero estar cerca de él, porque su cuerpo aunque tiene tantas cicatrices, es musculoso, caliente y huele bien, sus facciones, aunque se ven tiernas, hacen un contraste con la oscuridad y perversión en su mirada, esa que me hace temblar pero de una forma extraña.
Si haces algo así, huiré. — le advierto.
Hazlo, pero quiero que comprendas algo: si corres te perseguiré y entonces cuando te atrape, no seré gentil contigo. Implorarás que sea menos rudo, pero te demostraré que lo segundo en que soy bueno es sometiendo, sobre todo si es con mi cuerpo. — dice él observándome de una forma que me hace latir frenéticamente mi corazón.
Tú no serías capaz de eso.
Si no me crees, desactivaré toda la seguridad en la casa y le avisaré a mi gente que no te persiga, porque seré únicamente yo quien lo haga, pero ten claro que al atraparte, Eva, no podrás escapar más. Ni siquiera desearás hacerlo aunque sientas que te partiré en dos.
Debería implorarle que no me asuste así o prometerle que no haré algo así, porque es evidente que quien más va a sufrir si lo intento es mi vagina, pero, quiero hacerlo. Quizás hay un instinto suicida en mi interior que apenas se muestra, porque quiero intentarlo aunque sé que no voy a ganar.
¿Qué piensas hacer, mi pequeña cabra? ¿Deseas obsesionarte conmigo pronto o prefieres hacerte la difícil? — dice él abriendo lentamente mis piernas solo para bajar un poco y así posicionar su bulto en mi entrada.
La presión me hace tensionar mi cuerpo y por ello, emito un gemido que le causa tanto placer al hombre sobre mi cuerpo que comienza a besar mi abdomen por encima de la ropa, pero incluso así lanza una descarga eléctrica peligrosa en mi cuerpo, porque sé que no significan cosas buenas cuando evidentemente no debería desarrollar el síndrome de Estocolmo o algo peor.
No te creas lo más deseado, no todas las mujeres tenemos el mismo gusto.
Pero yo encajo en los tuyos, en esos que no sabías que tenías, mi querida cabra.
Mentiroso.
Oh, tan grande y mentirosa. No niegues lo que sientes, querida, la vida es muy corta para intentar engañarnos en cosas que nuestro cuerpo nos delata.
Deja de mentir.
Puedes decir con tu boca lo que quieras, pero, sentir como te calientas más con mis besos y cercanía e incluso, notando como tu cuerpo se eriza… sé que me deseas, pero te niegas a aceptarlo porque crees que voy a desecharte después de follarte.
Quizás sea algo bueno, porque entonces podré volver a mi vida sin ti.
Arnold me sonríe, este hombre parece inmune a mis palabras hirientes o molestas, para él es como si fuera un chiste por lo que espero alguna reacción a mi provocación, una que no sea él dentro de mí.
Lamento informarte que una vez que me intereso en algo o en alguien no lo suelto hasta que finalmente ya no funciona. Es decir, en los objetos, cuando ya no puede repararse y en las personas, cuando han muerto. Así que, incluso si oras porque me aburra de ti, eso no sucederá.
Te trataré mal.
Estoy acostumbrado a eso, tus malas palabras o tratos no serán nuevos para mí, mi querida Eva. Además, sé que no eres capaz de ser cruel, ni siquiera ahora que deberías odiarme por meterte en mi mundo te has atrevido a causarme daño.
Eso es porque si mueres me enterrarán contigo.
‘Puedo mucho querer herirlo por ser tan atrevido de traerme o tratarme como él quiera, pero, prefiero ser prudente y vivir que ser osada y estar muerta.’ Me digo mentalmente.
No eres capaz porque no está en ti ser cruel y está bien, deja la crueldad a mí. — dice él pegando sus labios a los míos en un beso que me hace empujarlo porque no puedo respirar, pero, lo que logro es que él presione su cuerpo en el mío.
Yo también puedo ser cruel, pero solo si me prometes que no van a matarme si lo soy contigo.
Inténtalo, entonces te darás cuenta que nada de lo que pienses hacerme será nuevo para mí. Ahora volviendo a la advertencia, no mires a alguien más o tendré que castigar a los chicos y bloquear todas las ventanas.
No serías así de posesivo con alguien que no amas.
Tienes razón, no te amo, pero, eres interesante y eso te convierte en alguien muy valiosa para mí, querida. Por eso, seré posesivo cuantas veces lo desee y si no quieres que alguien muera por eso, sé una buena chica y no me provoques.
Debería quedarme callada, pero, algo en mi interior me impide hacerlo y por eso, continuo defendiendo mi punto de vista.
No soy tu propiedad, puedo tener un novio que ahora mismo puede estar denunciando mi desaparición y…
Que lo haga, así sé quién es y lo mato, porque nadie desea lo que es mío.
Hace dos días no me conocías así que, no puedes decir que soy tuya o la mujer que durante años esperaba.
Es simple, hace dos días eras de cualquiera que quisiera, pero, desde que me interesaste te convertiste en mi mujer y por eso, nadie puede tenerte, ni siquiera el idiota que te guste. Eres mía, Eva Krick. — dice mirándome con su posesividad característica.
Una que está empezando a gustarme y eso no es buena señal, porque hasta donde sé me gustan los chicos gentiles, románticos y con un trabajo legal, por lo que, Arnold es el polo opuesto a mis gustos en acciones aunque es el doble de mi tipo en el físico.
‘Qué difícil es encontrar el hombre perfecto para mí, Dios.’ Me quejo mentalmente.
Nunca lo seré, podrás tener mi cuerpo, pero, nunca tendrás mi amor. Podré tratarte gentil porque como lo has dicho no soy capaz de ser cruel, pero, eso no te hará mi dueño, te lo aseguro.
Eso lo veremos, ahora dices eso pero en menos de 180 días darás un giro de 180° donde solo me amarás en mí.
Constrúyela, Arnold.
¿Qué voy a construir?
Una iglesia con tanta fe que te tienes.
¿En dónde quieres que la construya? ¿Deseas que lo haga en cada lugar donde en un futuro me demuestres que me amas? — dice él en un tono divertido que me molesta.