Capítulo 377 Soy el aprendiz del sanador milagroso
Conrado se quedó frente a Isabel, con los ojos fijos en ella con una intensidad que nunca vacilaba.
Hoy, Isabel llevaba un atuendo suelto y casual, con el cabello recogido en una simple coleta. No llevaba maquillaje, pero su belleza natural era innegable. Su figura impecable y rasgos llamativos brillaban, cautivando a cualquiera que la mirara.
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