Capítulo 95 Él la llama «maestra»
«¿Qué pretende? ¿Se ha dado cuenta de mis engañosos planes y está dispuesto a echarme?», pensó Isabel mientras retrocedía instintivamente, pero esta vez un dolor agudo le atravesó la cintura. Parecía que se había torcido la cintura.
La situación era mala. Ni siquiera podía moverse por el dolor, y mucho menos levantarse y salir corriendo. Como dice el viejo refrán, los problemas llegan cuando menos se esperan, y ahora la otrora orgullosa Loba Solitaria estaba atrapada. No tenía más remedio que aceptar su destino.
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