Capítulo 33 Isabel protege a su marido
Las pupilas de Isabel se dilataron de golpe, su mente quedó completamente en blanco mientras intentaba comprender la situación que se desarrollaba ante ella. Antes de que pudiera reaccionar, el hombre que tenía delante se inclinó, invadiendo su espacio con una intensidad abrumadora, sumiendo su mente en el caos.
—¡Santo...! —A Lobezno casi se le salen los ojos de las órbitas. «Ni en mis sueños más salvajes imaginé que sería testigo de cómo besaban con fuerza a la fría y feroz jefa», pensó.
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