Capítulo 7 Abandonar Hexapla de inmediato
A Juliana le disgustaron los antecedentes familiares de Carolina. Había conocido a Juliana una vez, cuando ésta mantenía una relación con Damián. Durante aquel encuentro, Juliana tenía una expresión sombría en el rostro, y la comida que compartieron no fue agradable. Más tarde, mientras estaba en el baño, Carolina oyó por accidente a Juliana decirle a Damián que rompiera con ella porque no era digna de él.
Damián le aseguró que convencería a su madre para que aceptara su relación. En ese momento, Carolina se sintió profundamente conmovida y creyó que él era un hombre responsable. Pero mirándolo ahora, era bastante divertido. La expresión de Juliana se enfrió al ver a Carolina. Levantó la barbilla con arrogancia y se burló:
—Carolina, Damián está a punto de comprometerse con Selena. ¿Qué haces aquí, persiguiéndolo?
Después de escuchar las palabras de Juliana, Carolina se dio cuenta de inmediato de que esa mujer debía de tener conocimiento de la relación de Damián con Selena. Estaba esperando a que Damián rompiera con ella.
Dijo con frialdad:
—No estoy persiguiendo a Damián. —Como Damián se iba a comprometer con otra mujer, no tenía motivos para pensar en el pasado, y mucho menos para perseguirlo sin ningún respeto por sí misma.
—¡Sigues negándolo! —gritó Juliana con frialdad.
Hacía poco que habían llegado a Naxaritia procedentes de Durantania y, sin embargo, Carolina los había seguido. ¿No estaba aferrada a Damián? Juliana lanzó una mirada desdeñosa a Carolina y espetó fuerte:
—Alguien como tú, sin antecedentes familiares y agobiada por una madre enferma, sencillamente no es digna de Damián. Selena es la nuera con la que estoy satisfecha. —Cruzada de brazos, prosiguió—: Te aconsejo que renuncies. No eres más que una mujer con la que mi hijo está jugando.
La mirada de Carolina se volvió fría mientras se reía con burla:
—Espero que tu hijo y Selena sigan unidos para siempre, sin hijos.
Selena y Carolina eran compañeras de universidad, y sus antecedentes familiares eran similares. No entendía cómo Selena había conseguido impresionar a Juliana y ganarse su satisfacción como nuera.
Quizá si le hubiera revelado a Juliana que su padre era Baltazar, todo habría sido distinto. Sin embargo, después del largo distanciamiento con Baltazar y de haber estado alejada de los Vega durante tantos años, nunca se había planteado contar con él, y no lo haría ahora.
Carolina siempre pensó que, si se esforzaba un poco más, Juliana aceptaría que estuviera con Damián. Pero ahora se da cuenta de que Juliana nunca estaría de acuerdo, sean cuales sean las circunstancias. Por fortuna, nunca le había contado a Damián lo de Baltazar.
—¿De qué tonterías estás hablando? —La cara de Juliana se contorsiono con ira, y todo su cuerpo temblaba.
Una mano blanca se posó sobre la de Juliana mientras Selena decía con suavidad:
—Mamá, Carolina siempre ha sido así. Por favor, no discutas con ella.
El pedido de Juliana también lo hizo Selena. Sabía que Juliana menospreciaba a Carolina, así que la llamó sólo para humillarla. Como ella esperaba, Selena lentamente curvó sus labios en una sonrisa.
—Tienes razón. Dado mi estatus, ¿cómo puedo rebajarme al nivel de esta clase de mujer? —Juliana se mofó ligeramente.
A continuación, Juliana ordenó tajante con expresión fría:
—Carolina, abandona Hexapla ahora mismo o llamaré a seguridad.
Carolina no podía molestarse en tratar con ella. Sacó el teléfono del bolsillo y dijo con tono serio:
—Señora Torres, usted me encargó un mural hace una semana. Firmamos un contrato en línea. Si lo incumple, no se le devolverá el depósito pagado. —Carolina miró a Juliana y le preguntó con calma—: ¿Quiere pagar en efectivo o por transferencia?
—¡Tú! —La cara de Juliana estaba llena de ira. El precio de todo un mural no era barato. Aunque podía permitírselo, el hecho de que Carolina la amenazara y manipulara la disgustó mucho, ella que siempre se tuvo en alta estima.
—Mamá, como el encargo ya está hecho, encontrar a otra persona que lo haga nos llevará más tiempo. No lo cancelemos —aconsejó Selena.
Por aquel entonces, cuando estaban en la universidad, siempre había sentido celos de Carolina. Estaba claro que ambas procedían de entornos humildes similares, pero Carolina tenía más conocimientos, mejor temperamento y recibía más atención de los chicos que ella. Ahora que le había quitado a Damián, por fin la superaba de una vez.
Permitir que Carolina se quedara a pintar, ¿no sería otra forma de seguir reprimiéndola y humillándola? Juliana frunció el ceño y ordenó sin rodeos:
—Más te vale pintar bien. Si hay algún defecto en el cuadro, te obligaré a compensarlo.
—No se preocupes. Tengo buenas habilidades. No la decepcionaré. —Después de decir eso, Carolina se dio la vuelta y se fue.
En ese momento, dentro de un Rolls-Royce estacionado al borde de la carretera, un hombre detrás de los cristales tintados frunció las cejas, con expresión oscura y desagradable.
Había oído todas las discusiones entre Carolina y Juliana.