Capítulo 106 Estamos felices
Las horas pasaron lentamente y las contracciones comenzaron a intensificarse. Sabía que el momento de dar a luz se acercaba, y mi corazón latía con emoción. Una enfermera se acercó y me dijo que era hora de empujar, y mi esposo apretó mi mano con fuerza, brindándome todo el apoyo que necesitaba.
Después de un arduo y desgastante esfuerzo, finalmente escuchamos el dulce llanto de nuestra hija. Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras el equipo médico limpiaba a nuestra pequeña y me la entregaba en mis brazos. La miré y supe de inmediato que había valido la pena cada dolor y cada momento de espera.
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