Capítulo 41 Un infierno
Decir que mi vida se había convertido en un infierno era poco; al entrar a la casa, todo estaba patas arriba. En la entrada de la propiedad estaban los cuerpos sin vida de varios miembros del equipo de seguridad, cubiertos con sábanas blancas.
Ni siquiera tuve que esperar a que Max estacionara el auto. Ambos salimos corriendo. Al principio, quedé paralizada por la imagen que veía, pero luego seguí mi camino, siguiendo a Max, quien ya me llevaba ventaja.
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