Capítulo 7 La desaparición
Tatiana
Se supone que cuando enfrentas tus miedos o cuando por fin cierras el ciclo de las peores experiencias de tu vida, deberías tener una especie de alivio. Se supone que uno debería sentirse bien, e inclusive empezar a sanar... o al menos eso era lo que yo pensaba.
Entonces, ¿por qué yo me sentía tan descorazonada? En vez de yo haber enfrentado mis miedos, pareciera como si los hubiera acrecentado.
Pero era obvio para mí que la realidad empezaba a manifestarse de una forma totalmente diferente. Yo había quedado prácticamente devastada luego de ese encuentro. Y la peor parte, si es posible… era no entender la razón de por qué me sentía así.
Mis chicos estaban muy preocupados por supuesto y tuve que hacer de tripas corazón como si nada hubiese sucedido para tratar de mejorar mi ánimo. Pero había momentos en el día en el que yo simplemente me quedaba pensando qué era lo que había sucedido, pero, por sobre todas las cosas… pensaba en cómo me había sentido yo con ese beso.
Que Sebastián me besara había sido una de las experiencias más fantásticas y asombrosas que había tenido en toda mi vida.
¿Justo tenía que ser él? ¿Justamente tenía que haberme besado de esa manera?
Todo mi cuerpo vibraba solo de recordar sus labios en los míos y sus manos en mi espalda, y por unos breves segundos… yo era otra persona, mi corazón se aceleraba y el mundo me parecía un lugar fantástico.
Pero por supuesto, cuando la realidad volvía de golpe era devastadora. El miedo que me produjo después sobrepasaba cualquier cosa.
Hice lo que pude y volví a trabajar con más pánico que nunca, temiendo encontrármelo en cualquier parte y francamente, deseando que él no tomara represalias. Él era un alfa después de todo, y no creía que él se fuera a quedar como si nada, mientras yo lo había echado de mi casa y lo había rechazado. Por más humana y poco atractiva para él que yo sea.
No entendía por qué tenía tanto interés en mí y no había visto que fuera así antes con las chicas, pero la gente puede cambiar y uno no se imagina cuánto.
—¿Estás bien Tati?— me preguntaba Mariela y yo prácticamente daba un brinco del susto.
—¡Evidentemente no… si pude ver que ibas a tener un infarto con solo saludarte! Sin contar que has estado bastante despistada todo el día... ¿Es por nuestros atractivos invitados? Puesto que ya les queda muy poco tiempo y vamos a volver a ser un pueblo aburrido donde Martin seguirá siendo el único galán. O al menos casi— preguntaba ella sospechando de mí. Ambas veíamos de reojo al mencionado galán.
El pobre Martin se encargaba del los tragos, y era obvio que se veía totalmente aburrido de la presencia de los alfas, ya que todas las chicas no dejaban de murmurar sobre el atractivo de nuestros invitados.
—Creo que tenías razón, por cierto— agrega ella, y yo la veo extrañada.
—¿Sobre qué?—
—Sobre ellos de que estos fabulosos CEOs, los empresarios… no tienen buenas intenciones con nosotros— dice Mariela yo traigo saliva. Digamos que me lo veía venir, pero secretamente esperaba no tener razón.
—¿Qué sucedió?—
—Bueno…al parecer algunas chicas fueron invitadas a una fiesta, posterior a la fiesta en la alcaldía y alguno de los empresarios se pusieron intensos— dice ella, yo me sobresalto.
Me siento culpable de no haber alertado al resto, al menos podría haber hablado sobre Marco. Es un hombre poderoso, pero no debería estar haciendo lo que quiera menos fuera de su territorio.
—Afortunadamente, apareció uno de ellos, uno que es bastante grande y amable y puso a los demás en su lugar y tuvo el apoyo de los demás, inclusive de tu admirador y su compañero inseparable— dice ella sonriendo.
—¿Mi admirador?—
—Sí Tati… el bello de cabello oscuro y caliente como el infierno. Salió a defender a las chicas y al final no hubo nada que lamentar— dice ella de forma obstinada y yo suspiro, quizás los de la manada Medianoche sepan que Marco no es de fiar.
Pero el mundo continúa, los alfas, sin Sebastián, siguen en sus propios problemas sin que parezca importarle todo lo que sucede alrededor de ellos y me sorprendo particularmente al ver que David me sigue con la mirada donde vaya. Temo que su alfa le haya dicho algo de lo que pasó entre nosotros.
Pero me distraje rápidamente cuando escuché comentarios de varios de nuestros invitados que me parecieron sumamente alarmantes.
—Parece ser que hay algunos humanos desaparecidos— dijo uno de los alfas. No me gustaba estar humeando en conversaciones ajenas, pero yo era la única humana aquí que realmente sabía lo que eran estos hombres.
—No hay pruebas… es solo un rumor. Y ningún alfa va a ser un soplón de otro alfa, menos por humanos…— decía otro, David escuchaba, preocupado.
Me alarmé, pero por más que pregunte en el restaurante, nadie parecía saber de las desapariciones, es más, todos me miraban como si yo estuviera diciendo una locura.
—Tati creo que si alguien se desapareciera en este pueblo donde todos nos conocemos lo sabríamos— me decía Gaby muy convencida, pero por supuesto yo no podía decir de dónde había obtenido la información. Inclusive fui a la policía.
—Señorita sin un nombre y datos de desaparición como fecha y descripción, yo no puedo hacer nada— me decía el oficial muy tranquilo.
—Yo no conozco a ninguno de los desaparecidos… simplemente escuché que algo mencionaba nuestros visitantes, usted sabe los empresarios— explicaba yo.
—Pues esos hombres han traído un muy buen movimiento al pueblo y deberíamos estar agradecidos— me respondía molesto.
Y decidí que la mejor opción probablemente era investigar un poco más por mi cuenta. Yo sentía que se lo debía a este pueblo que tanto me había ayudado, así que después de que terminó mi turno, en vez de irme a casa, di un par de vueltas averiguando y obteniendo más información.
Revise alguna de las casas abandonadas y algunos de los lotes donde usualmente se escondían los chicos a fumar y hacer cosas raras, pero no había absolutamente nada.
Y por más que pregunté aquí allá, solo tuve la misma información: alguno que otro chico había ido a la universidad, alguna chica con un novio de afuera… pero nadie que se pudiera considerar desaparecido.
Ya estaba por irme a casa derrotada cuando escuché una voz tremendamente conocida justo detrás del único bar que había en el pueblo.
—Por primera vez en mi vida no sé qué hacer... — decía Sebastián y escuchaba su voz ronca como si no estuviera del todo bien.
—Nunca nos ha importado este tema y en otra situación te diría que lo dejemos así, pero sabemos que ahora no podemos hacernos la vista gorda. Algo está sucediendo en este pueblo y posiblemente sea cosas de hombres lobos…y tú lo sabes— decía David intentando convencerlo.
—Aún no… no he tomado mi decisión beta— decía Sebastián, hablando de forma fuerte como hablaban los alfas cuando querían remarcar su posición.
David no parecía sorprendido y seguía discutiendo lo que me hacía parecer que el tema en que trataban era particularmente importante.
—Pues tú sabes que yo tengo un deber… y no voy a dejar que arruines a la manada— decía.
—¿Escuchaste algo?— preguntaba Sebastián de repente.
Yo tuve miedo de que se hubiesen dado cuenta de que yo estaba ahí husmeando en su conversación. Por aquí había algunas personas por la calle, pero dentro del bar los olores podrían mezclarse, así que rápidamente tomé la decisión de entrar y hacer como si había pasado por ahí en mi camino al bar.
Ahí me encontré con Martin, el bartender quien pasaba a trabajar aquí cuando el restaurante cerraba. Realmente era un chico lindo, claro que nada en comparación a los gloriosos hombres lobos, pero era un buen tipo.
—¡Tati qué bueno verte por aquí nunca vienes a visitarnos!— me decía con una sonrisa.
—Sí yo ehhh…. digamos que…— empecé básicamente a tartamudear sin saber qué decir.
—Ni me lo digas, no se necesita muchas razones para tomar un buen trago, la vida misma es lo suficientemente complicada para necesitarlo varias veces al día— dice él y yo me río mientras me da una botella de cerveza.
Me quedo hablando un rato con él mientras espero un tiempo prudencial antes de volver a casa, siempre intentando parecer lo más casual posible. Y cuando el bar se empieza a llenar más, Martin se inclina en la barra y me dice guiñándome un ojo.
—Parece que estás atrayendo muchas miradas hoy…— indica y me hace señas para que voltee hacia un lado donde observo a Sebastián y David que me miran de forma sospechosa. Sebastián parece que resopla y yo volteo rápidamente. No soportaba verlo.
—Debo confesar… que me dan un poco de miedo— respondo yo intentando parecer natural cuando la realidad es que siento que estoy temblando.
—No quiero parecer un hombre demasiado desconfiado… pero son unos tipos bastante extraños estos— me dice y yo suelto una carcajada, y escucho gruñidos que sin duda vienen de donde ellos están.
Pasado unos minutos decido irme a casa luego de despedirme de Andrés, y veo a lo lejos que Sebastián me da una mirada como si intentara contenerse. ¿Qué le sucede a ese hombre? ¿Tanto le desagrado?
Mientras voy caminando escucho algunas pisadas atrás. Recuerdo el tema de las desapariciones y decido que lo mejor es llegar lo antes posible a casa. Mis hermanos ya han vuelto a la manada y estaría sola. Pero en cuanto llego a casa escucho un ruido acerca del bosque.
—¿Hay alguien ahí?— pregunto.
Lo sé, lo sé… no es una buena idea hablar, preguntar ni quedarme ahí, y esto sin duda ya parece parte de una escena de película de terror y ya estoy por correr a mi casa, cuando algo se mueve.
Aparece el lobo más fantástico que había visto en toda mi vida. Era muy grande y de pelaje oscuro y solo de verlo aparece una sonrisa en mi cara.